En Chaco, Cristina caracterizó al presidente Alberto Fernández como un parásito político.
“Y luego besuqueándole la frente/ con gran tranquilidad, amablemente/ le fajó 34 puñaladas”. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner hizo una brillante interpretación de la machirula milonga de Ivan Diez y Edmundo Rivero al recibir el “Doctorado Honoris Causa” de la Universidad del Chaco Austral el viernes pasado.
Tras consignar su predilección por los métodos etimológicos del doctor Mariano Grondona, aclaró que lo que hay en el Frente de Todos no es “pelea”, sino “debate de ideas”. A continuación, caracterizó al presidente Alberto Fernández como un parásito político.
El criterio que aplicó para elegirlo como candidato a presidente en mayo de 2019, dijo, fue que “no representaba a ninguna fuerza de las que conformaban el Frente”. De tal modo, no es posible sostener con él una “disputa de poder”. Lógica implacable: ¿qué poder puede disputársele a quien no lo tiene?
“Si fuera una disputa de poder, hubiera elegido, suponte, al presidente del Frente Renovador (Sergio Massa), que veía de un partido político, de haber sido candidato a Presidente; que tiene una fuerza con legisladores, con gobernadores. O a (Héctor) Daer, de la CGT. O a Emilo Pérsico, de los movimientos sociales”, explicó.
Disección del oficialismo en crisis adecuada para fulminar a su criatura: Fernández ocupa nominalmente la Presidencia porque parasita al cristinismo, al Frente Renovador de Massa, a la CGT y a las organizaciones sociales, que son poder en serio.
El cuarto sector con la talla suficiente para disputar poder es el de los gobernadores, a quien Cristina no necesitaba mencionar. El anfitrión y promotor del doctorado honoris causa es Jorge Capitanich, que le escuchó la clase magistral extasiado. Miembro de la Liga del Norte Grande, se desempeñó como su Jefe de Gabinete y ya destapó sus intenciones de postularse a la Presidencia el año que viene.
