Diagonal Norte contra la metrópolis

Que Fernández, cercado por el cristinismo y la “guerra contra la inflación”, sueñe con su reelección, no es por lo pronto incompatible con las pretensiones de los gobernadores. Los caciques empiezan a enfilarse contra una metrópolis que no les ofrece garantías.

Con el Frente de Todos en proceso de descomposición por la ruptura entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los gobernadores del norte avanzan en el diseño de un esquema tendiente a sepultar el eje metropolitano como factor ordenador de la política nacional.

La liga del Norte Grande es el embrión del proyecto. La integran los mandatarios de diez distritos de oficialismo sólido: Catamarca, La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes y Jujuy.

Independientemente de la filiación partidaria de cada uno –la mayoría son peronistas- conformaron el  bloque con la misma meta que ahora quieren trasladar al terreno electoral: equilibrar la gravitación de Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense en el circuito de toma de decisiones, determinante por el volumen demográfico del área, que concentra el 45% del padrón del país.

El grupo se armó en el inicio de la gestión de Fernández, como base de una potencial construcción para que el Presidente compensara las asimetrías políticas con Cristina, que finca su tracción electoral en el Conurbano.

Los gobernadores del norte avanzan en el diseño de un esquema tendiente a sepultar el eje metropolitano como factor ordenador de la política nacional

Intereses comunes

El reclamo por recursos, infraestructura y políticas a favor de la región fue la constante en las frecuentes reuniones formales que mantuvieron. Los miembros peronistas, además, fueron el refugio de Fernández ante las sistemáticas acometidas del cristinismo.

Lo respaldaron cuando funcionarios de La Cámpora, con el ministro de Interior “Wado” de Pedro a la cabeza, renunciaron luego de la derrota que sufrió el Frente de Todos en las primarias. Juan Manzur, gobernador de Tucumán, reemplazó a Santiago Cafiero como Jefe de Gabinete tras el episodio.

El apoyo en el Congreso al acuerdo con el FMI, que el cristinismo repudió acelerando la fractura oficialista, fue la última señal fuerte de la incidencia que tiene el eje.

Manzur cumplió un papel decisivo en las negociaciones, junto al presidente de la Cámara de Diputados Sergio Tomás Massa, aliado desde 2015 del gobernador de Jujuy Gerardo Morales, que busca la candidatura presidencial por el lado del radicalismo y Juntos por el Cambio.

En lo inmediato, las divergencias partidarias son un factor secundario. A peronistas y radicales los une la meta de esmerilar a los dirigentes de AMBA.

Cristina en el caso del peronismo; el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y el expresidente Mauricio Macri en el de Morales, presidente de la UCR nacional.

Massa es bonaerense e intenta arbitrar en el litigio del binomio presidencial, que adquirió características rabiosas. Sus pretensiones presidenciales son ostensibles, pero es tan prisionero de la lógica metropolitana como los mandatarios.

Robustecer la Diagonal Norte

Ya habrá tiempo para dirimir aspiraciones presidenciales, incluso en confrontación electoral abierta. El juego en el corto plazo apunta a robustecer la Diagonal Norte como viga de poder nacional estable frente al área metropolitana, fundamentalmente el Conurbano, cuyo electorado se ha vuelto demasiado volátil, nitroglicerínico, en sus preferencias.

La Liga del Norte Grande ofreció un indicio de su consistencia en la gira por los Emiratos Árabes y Arabia Saudita organizada por la Casa Rosada.

Las limitaciones fonéticas para el inglés del canciller Santiago Cafiero impregnaron de ridículo las lecturas del periplo, en sintonía con los escasos resultados concretos que se habrían obtenido y la ausencia de Fernández, que se bajó a último momento.

Sin embargo, integraron la comitiva los gobernadores Raúl Jalil (Catamarca), Ricardo Quintela (La Rioja), Jorge Capitanich (Chaco), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Gerardo Morales (Jujuy). No estuvo el interino de Tucumán, Osvaldo Jaldo, tal vez porque compite con Manzur.

El balance de la situación política argentina, las conjeturas sobre su evolución y el análisis de las alquimias electorales más eficaces para revertir la fragmentación política concentraron la agenda de las tertulias orientales.

Conclusión coincidente: la dirigencia metropolitana, que articula la política nacional desde 1999, no solo ha llevado el país al desastre sino que ha libanizado el poder –hubiera dicho Raúl Alfonsín- a lo largo de un proceso cuyas consecuencias quedaron expuestas en 2019, cuando la mayoría de los gobernadores eligió desacoplar sus elecciones provinciales de las nacionales.

Guerra fría, por el momento. Todos coinciden en que es preciso sostener a Fernández ante la arremetida cristinista, en la misma línea que los condujo a evitar el default.

Que el Presidente, cercado por el acecho del cristinismo y la “guerra contra la inflación”.

sueñe con su reelección, no es por lo pronto incompatible con las pretensiones de los mandatarios.

Los caciques empiezan a enfilarse contra una metrópolis que no les ofrece garantías.

Ver también en El Estaño

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