El intendente de Pomán, Francisco Gordillo, le tiró el aparato municipal y partidario encima a su exesposa, que lo denunció por violencia de género
El intendente de Pomán, Francisco Gordillo, introdujo una novedad estratégica importante para afrontar las denuncias por violencia de género: la renuncia a cualquier intento de disimular la utilización de los resortes municipales y políticos para desacreditar a las denunciantes.
En cuanto advirtió que escalaban los repudios en su contra disparados por la denuncia de su exesposa, Gloria Rodríguez, y antes de referirse él mismo a la agresión que la mujer le atribuye, Gordillo puso a disposición de sus adherentes y funcionarios los canales de difusión de Multimedios Pomán, que pertenece a la comuna, para tratar de pasar a la ofensiva.
Los pronunciamientos, incluido el del Partido Justicialista de Pomán, fueron leídos por sus directores de Emprendedurismo, Walter Centeno, y Familia, Ricardo Carrizo. También hablaron la dirigente del Movimiento Evita, María de los Ángeles Miranda, y Edith Delgadino, una veterana militante del peronismo pomanisto.
El intendente le tiró encima a su excompañera, desembozadamente, todo el aparato del municipio y el PJ local, emergentes de un control distrital que se extiende desde hace 24 años. La maniobra es contradictoria con las pretensiones de circunscribir el áspero conflicto familiar al ámbito de su vida privada y configura violencia institucional y política independientemente del desarrollo de la causa judicial.
Los blancos de los mandobles gordillistas fueron la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Guerrero, las diputadas oficialistas Adriana Díaz y Verónica Mercado y el diputado opositor Hugo “Grillo” Ávila, quienes habían expresado su repulsa a la conducta del lord mayor.
«No les importa dañar la imagen pública de un funcionario que también es un ser humano. A todos los que quieran sacar algún rédito les cabe un solo término: carroñeros. Nuestro partido no admite oportunistas. Por eso, les advertimos que si quieren votos en el interior tendrán que dejar la comodidad de sus sillones y los aires acondicionados para ganarse la banca poniendo la cara, comprometiéndose ustedes en persona. En los pueblos nos conocemos todos, no existen ni los santos ni las carmelitas descalzas; en Pomán, se sabe bien quién es quien. Nuestro único líder y conductor es el profesor Francisco Gordillo«.
La maniobra de Gordillo es contradictoria con la pretensión de circunscribir el conflicto familiar al ámbito de su vida privada y configura violencia institucional y política independientemente del desarrollo de la causa judicial
Ninguno de los antecesores de Gordillo en el campo de la violencia de género llegó nunca a comprometer al municipio y al PJ con proclamas oficiales de semejante calibre. El uso de los dispositivos del poder para tratar de sortear inconvenientes procesales trató de mantenerse, hasta el caso del pomanisto, en niveles menos obscenos.
Enrique Aybar, exintendente de Puerta de Corral Quemado condenado por abuso sexual, movilizaba a los acólitos acumulados a lo largo de sus tres mandatos hasta los tribunales capitalinos, para tratar de convertir la causa judicial en un ataque al pueblo. El erario municipal que administraba a discreción costeaba los más de 700 kilómetros ida y vuelta que debían recorrer los piquetes para instalarse en las puertas de tribunales, estadía incluida.
Elementos del mismo “modus operandi” pueden encontrarse en la conducta del intendente de Santa Rosa Elpidio Guaraz, otro bachiller en darle largas a los juicios por ultraje que lo tienen por objeto, quien asignó a su hermana Esther la conducción de la innovadora Liga Feminista del Este, primera organización de género nacida para defender reos de abuso, además de inaugurar en el municipio la Casa de la Mujer, instituto exótico si se considera el contexto.
Las causas por violencia y abuso que su expareja radicó contra Franco Carletta, sucesor de su padre, el senador Pío, en la Intendencia de Icaño, no registran avances.
Por orden de la Corte de Justicia, el clan Carletta tuvo que devolverle a la concejala Ivana Ferreyra la banca que le había arrebatado en 2021, después de un desacato de tres meses durante los cuales mantuvo clausurado el Concejo Deliberante y previa mediación del Gobierno, cuando los rechazos a la violencia política se habían extendido demasiado.
Gordillo, el más veterano de los intendentes catamarqueños, se erige como un innovador. Coincide con Aybar, Guaraz y Carletta en el repliegue sobre su territorio y el estímulo al chauvinismo, en el linde conceptual de prestigiar los abusos como atributos irrenunciables de la identidad local amenazados por enemigos foráneos, pero se distingue al despojarse de toda discreción en el uso de su poder para inclinar la cancha contra su expareja.
Fuera de Pomán, solo se atrevió a defenderlo el diputado oficialista Juan Denett, quien recomendó aguardar el desenlace del proceso judicial y cuestionó la “caza de brujos”.
Atinada caracterización para Gordillo, que lanza al ataque a su funcionariato y al Justicialismo de Pomán sin calcular, o a pesar de, los costos que podría acarrearle al oficialismo la proyección de su reyerta de pareja a escala provincial.
El experimento podría salirle como al Ratón Mickey, el aprendiz de brujo de “Fantasía”.
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https://elestanio.com.ar/capitis-diminutio-municipal/