Tras primera vuelta de 2015, Cristina Fernández de Kirchner retaceó el respaldo a Daniel Scioli, que buscó refugio en los gobernadores.
La renuncia de Máximo Kirchner a presidir el bloque de diputados del Frente de Todos por disentir con las negociaciones y el resultado del acuerdo con el FMI remitió a un episodio protagonizado por su madre, Cristina Fernández de Kirchner, en el proceso electoral que llevó a la Casa Rosada a Mauricio Macri.
Daniel Scioli, el candidato a Presidente del Frente para la Victoria, se había impuesto en la primera vuelta por apenas 4 puntos sobre Macri.
La exigua diferencia y el triunfo de María Eugenia Vidal sobre Aníbal Fernández por la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires auguraban un resultado adverso para el peronismo en el balotaje.
Scioli, gobernador de Buenos Aires, era un candidato excesivamente moderado para el paladar kirchnerista, que había tenido que resignarse a su postulación por el fracaso de las operaciones para reformar la Constitución y habilitar la posibilidad de una segunda reelección para Cristina. Para compensar, lo secundaba en la fórmula Carlos Zannini.
El globo de ensayo “Cristina Eterna”, lanzado apenas la Presidenta logró su reelección con cifras aplastantes en 2011, se había pinchado definitivamente en las legislativas de 2013, cuando Sergio Massa batió en Buenos Aires a la lista kirchnerista encabezada por Martín Insaurralde.
Scioli quedó muy escorado para la batalla definitoria. Necesitaba un respaldo monolítico e inequívoco para sostener la expectativa.
“A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos” (Jorge Luis Borges)
Sin embargo el 29 de octubre, en su primera aparición pública después de los comicios, Cristina ni siquiera lo mencionó en la alocución que dio en un acto celebrado en la Casa Rosada en el que inauguró diversas obras por videoconferencias, entregó créditos para la producción y fondos para el cuidado de bosques nativos en tres provincias.
En cambio, destacó que por primera vez en la historia cinco provincias serían gobernadas por mujeres y felicitó a Vidal por el triunfo en Buenos Aires. A sus flancos estaban su cuñada, Alicia Kirchner, electa gobernadora de Santa Cruz, y su ministro de Economía, Axel Kicillof.
“Es más joven que vos, Alicia, la verdad es la verdad. Tanto que hablaban de los jóvenes, y no querían los jóvenes en la provincia de Buenos Aires algunos… mirá: ahora tienen una joven de 36 años. No será de La Cámpora, pero es del PRO. Quiero felicitar a María Eugencia Vidal como gobernadora de la Provincia de Buenos Aires”, dijo.
En primera fila del público, el derrotado Aníbal Fernández, jefe de Gabinete, aplaudió con gesto adusto.
El kirchnerismo empezaba a prepararse para resistir en el llano.
“A la realidad le gustan las simetrías y los leves anacronismos”, escribió Borges.
Huérfano, Scioli recurrió a la maniobra clásica y buscó refugio en los gobernadores peronistas.
Pocas horas después del desplante de su Presidenta, recibió el respaldo de todos en la asunción de Juan Manzur como gobernador de Tucumán. También estuvo allí el frustrado Aníbal.
No alcanzó.