Massa y Morales jugaron roles protagónicos en la construcción de los consensos legislativos para sacar el acuerdo con el FMI. Un romance a contramano de Montescos y Capuletos.
La inconstancia que se atribuye al líder del Frente Renovador y presidente de la Cámara de Diputados Sergio Tomás Massa encuentra una excepción en el armónico vínculo que mantiene con el gobernador de Jujuy y presidente de la Unión Cívica Radical Gerardo Morales, que se extiende desde hace al menos siete años. Un caso extraño, teniendo en cuenta la toxicidad que caracteriza las relaciones políticas en la Argentina.
La pareja desempeñó roles protagónicos en la construcción de los consensos necesarios para hacer pasar el acuerdo con el FMI por las horcas caudinas que formaron los halcones del Frente de Todos y el macrismo en el Congreso.
Han logrado ocupar casilleros centrales en el complejo tablero político nacional, cada uno en la alianza que integra con una salvedad: el vicegobernador de Morales en Jujuy desde 2015 es el massista Carlos Haquim.
Jujuy fue la única provincia que materializó la alianza entre el radicalismo y el Frente Renovador que la Convención de la UCR rechazó en Gualeguaychú el 15 de marzo de 2015, cuando selló la coalición con el PRO de Mauricio Macri y la Coalición Cívica y consagró como precandidato a la Presidencia por el partido a Ernesto Sanz.
Junto a Julio Cobos y Ricardo Alfonsín, Morales impulsó en ese plenario la inclusión del Frente Renovador de Massa. La moción fue rechazada, pero él la llevó adelante en su provincia.
Defenestrado, Massa se postuló por su parte a Presidente tras imponerse en internas al cordobés José Manuel de la Sota. Obtuvo alrededor del 15% de los votos.
El resultado lo afianzó como referente del peronismo ajeno al kirchnerismo. Dos años antes, en 2013, le había ganado como candidato a diputado nacional en Buenos Aires al postulante kirchnerista Martín Insaurralde, en un hecho político que neutralizó la arremetida de los sectores afines a la entonces presidenta Cristina Kirchner para reformar la Constitución y concretar el sueño de “Cristina Eterna”.
En 2015, Morales impulsó en la Convención radical de Gualeguaychú la inclusión de Massa en Cambiemos. La propuesta fue rechazada, pero él la llevó adelante en su provincia.
A partir de 2018, Massa operó como uno de los principales articuladores de Alternativa Federal con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna y el todavía gobernador de Salta Juan Manuel Urtubey.
El espacio se desinfló cuando Cristina designó candidato a Presidente a Alberto Fernández, una semana después de que el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, ganó su reelección por diferencias aplastantes. Después de esa movida, Massa desertó días después de Alternativa Federal y se sumó al Frente de Todos.
Con un fuerte discurso antikirchnerista, Morales creció por su parte aceleradamente desde el cargo de senador nacional para saltar a la Gobernación de Jujuy. En cuanto asumió, el Poder Judicial de su provincia metió presa a la dirigente social Milagro Sala, muy identificada con el kirchnerismo cristinista.
A fines del año pasado se encumbró como presidente del Comité Nacional de la UCR contra las pretensiones de Martín Losteau. Desde allí despliega una política agresiva contra el macrismo para que la fórmula presidencial de Juntos por el Cambio el año que viene sea encabezada por un radical, de ser posible él mismo.
El amplio respaldo de la Cámara de Diputados al acuerdo con el FMI, un triunfo de las palomas sobre los halcones de la grieta, robusteció las aspiraciones de ambos y plantea el interrogante en la fragmentada escena nacional: ¿hasta dónde llegará el hilo rojo de Sergio y Gerardo? Un romance a contramano de Montescos y Capuletos.
Ver también en El Estaño
https://elestanio.com.ar/presion-hacia-el-centro/
https://elestanio.com.ar/la-coordenada-fmi/
