El incendio del Reichstag

El incendio de la sede del parlamento alemán en 1933 fue un punto de inflexión en el ascenso de Adolf Hitler y abrió paso a una feroz persecusión de opositores. 90 años después, Javier Milei acaudilla la demolición del Congreso argentino para tratar de acceder a la suma del poder público

La desacreditación sistemática del Congreso y los procedimientos parlamentarios por parte del presidente Javier Milei tiene notorios puntos de contacto con el incendio del Reichstag, que en febrero de 1933 marcó un punto crucial en la consolidación del partido nazi y el acceso al poder absoluto de Adolfo Hitler en Alemania.

Como los libertarios de Milei, el partido del canciller Hitler no tenía en el parlamento alemán la mayoría necesaria para obtener las prerrogativas que estimaba indispensables para llevar adelante su programa. Tras el incendio, Hitler consiguió que el Reichstag se disolviera y se convocara nuevamente a unas elecciones en las que sus acólitos se quedaron con el 44% de los escaños.

El incendio del Reichstag fue utilizado también por los nazis para identificar y demonizar a un enemigo. Del mismo modo que Milei señala a los legisladores nacionales como la destilación más acabada de la casta política, Hitler se sirvió del siniestro para desenfrenar una cacería feroz de comunistas y, luego, opositores en general.

El Reichstag, sede del Parlamento alemán, ardió la noche del 27 de febrero de 1933. La policía detuvo de inmediato a Marinus van der Lubbe, un albañil desempleado afiliado al comunismo que fue sindicado como responsable del siniestro y guillotinado poco después.

Hitler, que había asumido como Canciller y jefe de la coalición de gobierno el 30 de enero, obligó al anciano presidente Paul von Hinderburg a firmar un decreto de emergencia para “contrarrestar la confrontación despiadada del Partido Comunista en Alemania”.

El decreto del Reichstag fue firmado por Hinderburg al día siguiente del incendio. Suspendió las libertades civiles y precipitó arrestos masivos de comunistas, incluidos los diputados de ese partido a pesar de que contaban con inmunidad parlamentaria. A su influjo se llevó adelante ese mismo febrero el proceso de Leipzig que condenó a los comunistas búlgaros Georgi Dimitrov –presidente del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista-, Vasil Tanev y Blagoi Popov.

Inducido por Hitler, Hinderburg disolvió el Reichstag y convocó a elecciones para el 5 de marzo. Barridos comunistas y socialdemocrátas, los nazis accedieron al número de legisladores necesarios para dictar la “Ley Habilitante”, mecanismo previsto en la Constitución de Weimar que otorgaba al Canciller el poder de dictar leyes por decreto sin intervención legislativa.

Igual que el megadecreto de necesidad y urgencia y la ley ómnibus cuya aprobación Milei exige al Congreso y que contiene el endurecimiento de las medidas represivas, de control y sanción para manifestaciones y reuniones refractarias al dogma libertario.

Como los libertarios de Milei, el partido de Hitler no tenía en el parlamento alemán la mayoría para obtener las prerrogativas que estimaba indispensables para llevar adelante su programa. Tras el incendio del Reichstag, Hitler consiguió que se disolviera y se convocara nuevamente a unas elecciones en las que sus acólitos se quedaron con el 44% de los escaños

El Reichstag de Milei

Milei dio su primer discurso como Presidente de espaldas al Congreso y frente a una multitud de seguidores. El carácter despectivo de esta ceremonia escaló hacia el ataque directo con el correr de los días, con una permanente prédica enderezada a estigmatizar al Poder Legislativo como reducto de la casta política enemiga de “los argentinos de bien”.

El Presidente desarrolló una catilinaria contra los tribunos en una entrevista que concedió al periodista Luis Majul, de La Nación+, en la Casa Rosa. La primera en esa locación y la última del año.

En el benevolente interrogatorio, explicó que el DNU y la ley ómnibus, que le entragan prácticamente la suma del poder público durante dos años con opción a extenderla hasta el fin de su mandato, son imprescindibles para que “la inversión reaccione rápido”.

“Parte de la lentitud que le ponen los legisladores es porque buscan coimas, ojo. Esos que les gusta tanto la discusión es porque están buscando coimas. Entonces ¡cuidado! Buscan entrar en esa dinámica para vender sus votos. Ojo porque hay mucho delincuente dando vuelta, quieren agarrar algún negocio negociando alguna ley. Esto va en contra de los tongos de la casta. Cuando los escuchás quejarse, rastreá un poquito: no sea cosa que te encontrés con la cajita que están defendiendo. El problema es que con este mecanismo no pueden morder”, advirtió.

Arrobado, Majul le dio pie y le preguntó si estaría dispuesto a convocar a un plebiscito en caso de que el Congreso le niegue los poderes extraordinarios. La respuesta, obvia, fue que si. “Que me expliquen por qué el Congreso se pone en contra de algo que beneficia a la gente”, desafió Milei.

Majul le expresó su aflicción porque percibe que los legisladores están “en modo helicóptero”.

“Es como si desde el primer día te hubieran empezado a tirar las 14 toneladas de piedra que le tiraron al Gobierno de Macri”, comparó preocupado.

“Si –contestó Milei- ¿No te digo que me hicieron tres manifestaciones en 16 días? Pero que lo hagan. Mientras lo hagan dentro de la ley… Cuando violen la ley, el que las hace las paga”, avisó el Presidente.

El incendio del Reichstag fue utilizado por los nazis para identificar y demonizar a un enemigo. Del mismo modo que Milei señala a los legisladores nacionales como la expresión más acabada de la casta política, Hitler se sirvió del siniestro para desatar una cacería desenfrenada de comunistas

“Vulgata” libertaria

Hacia el final de la entrevista, Majul incurrió en un fallido delicioso para cualquier psicoanalista.

– Vos y el presidente Macri siempre hablan de que hay que dar una batalla cultural y moral…

Sin hacerse cargo del agravio a su investidura, Milei aprovechó para reincidir en la exposición de su escala de valores, en una especie de “vulgata” del credo expresado en el DNU y la ley ómnibus.

“El modelo de la casta genera déficit fiscal y esto si es cultural pleno. La Argentina fue contaminada, infectada, se enfermó de socialismo y su política se enfermó de socialismo por esta idea de que donde hay una necesidad nace un derecho. El problema es que las necesidades son infinitas, el derecho alguien lo tiene que pagar y los recursos son finitos”, diagnosticó.

“La economía de libre mercado –recetó a continuación- lo resuelve con propiedad privada, mercado libre sin intervención estatal, competencia, división del trabajo, cooperación social. Esas son las instituciones del capitalismo que resuelven este problema”.

“A los políticos eso no les gusta. No les gusta la idea de la mano invisible, a ellos les gusta la mano visible, la garra del Estado. Eso tiene un nombre también, se llama justicia social, que es profundamente injusta porque es un trato desigual ante la ley e implica un robo, porque yo quiero hacer caridad con el muchacho que está acá y te robo a vos para darle a él. Un sociedad de saqueadores no puede funcionar”, concluyó.

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