El liderazgo de las víctimas

Fernando Rojas descerrajó una durísima impugnación al Gobierno en la manifestación contra la impunidad del asesinato de su padre, el ministro de Desarrollo Social Juan Carlos Rojas

Cuando la presión por el asesinato irresuelto del ministro de Desarrollo Social Juan Carlos Rojas comenzaba a circunscribirse al sistema judicial, Fernando Rojas, el hijo del malogrado funcionario que encontró el cadáver, modificó su jugada y convirtió la marcha que exige el esclarecimiento del crimen en una durísima impugnación al Gobierno.

Plegado el oficialismo al reclamo de Justicia y acelerado el Jury para destituir al fiscal Laureano Palacios, nadie esperaba una escalada de tal magnitud en la agresividad de su discurso, pero el movimiento verifica una astucia política que había comenzado a mostrar ya en la conferencia de prensa donde cedió el rol protagónico en el uso de la palabra a su hermana Natalia, mientras él exhibía con gesto severo las impactantes fotografías del cuerpo de su padre masacrado.

Para cualquier Gobierno es complejo responder cuestionamientos planteados por víctimas, posición que una sociedad sensibilizada asigna a los hermanos Rojas aunque el fiscal Hugo Costilla todavía abrigue dudas sobre el rol que cumplió Fernando en la trama homicida y se resista a desvincularlo de la investigación.

Amparado por la empatía social que beneficia a toda víctima, el joven descerrajó una filípica opositora con proyecciones mucho más erosivas que el eje de la inseguridad desde el que la desplegó.

Amparado por la empatía social que beneficia a toda víctima, Fernando Rojas descerrajó una filípica contra el Gobierno con proyecciones mucho más erosivas que el eje de la inseguridad desde el que la desplegó

Ya ni siquiera dentro de las cuatro avenidas tenemos seguridad, es muy grave lo que está pasando. Nosotros tenemos que decir basta a esto, que la Policía y la Justicia tomen cartas en el asunto ¿Adónde vamos a llegar como sociedad? ¿A tener que armarnos para defendernos?, empezó a levantar el voltaje en la marcha del martes, a la que se sumaron los hijos de Karina Chazarreta,  desaparecida hace tres meses, y la familia de Cristina Agüero, que está hospitalizada, muy grave, por los golpes que le infligieron en un violento arrebato.

El tramo final fue demoledor, tramado hábilmente con una apelación a la Virgen del Valle, alusiones elípticas al Caso María Soledad Morales y la mención de las criptoestafas piramidales, que debió ser explícita por lo forzada.

“La sociedad está signada por la angustia el dolor y el engaño. Catamarca vuelve a ser escenario de situaciones que nos hieren en lo más profundo de nuestros corazones y somos noticia a nivel nacional por hechos que sorprenden y superan la lógica de una sociedad considerada pasiva, tranquila y  de buena gente, que parece estar signada a vivir acontecimientos que muestran de cuerpo entero la falta de madurez, aprendizaje y cultura que la hacen (ser) fácilmente engañada al momento de elegir en quien confiar para que administre y organice los bienes y las instituciones del Estado”, preludió el remate.

“Pueblo de Catamarca: volvamos a ponernos de pie y luchemos fuertemente y unidos, para que en la tierra de nuestra Madre del Valle exijamos al máximo el inmediato esclarecimiento de las estafas piramidales, Cristina Agüero, Chazarreta y muchos casos más” (Fernando Rojas)

“Si duda el Caso Rojas tocó las fibras más íntimas de la sociedad –continuó-, no solo por la violencia y la crueldad puesta de manifiesto, sino por el peso y el malicioso accionar de una Justicia que no solo da sobradas muestras de no estar a las alturas de las circunstancias por la inoperancia de sus miembros, sino también, más grave aún, por su accionar corrupto y malicioso al intentar tapar y encubrir, vaya a saber a quién, o a quiénes, o por qué razón. Este hecho no es el primero ni el último, con casos de inusitada gravedad, con integrantes de la Justicia acusados de cometer hechos delictivos de corrupción, hurto, encubrimiento etc. La gente está harta, no los soporta más, no cree más en nadie y por ahí pasa lo gravoso de la situación. Acaso hemos caído en una fuerte sensación de descreimiento, sospecha y desconfianza generalizada, acaso nos resignamos a que todo nos parezca igual, que el tejido social se fracturó, se rompió, y hemos perdido la idea y la convicción de una convivencia humana civilizada armónica y capaz de reaccionar ante la ausencia del Estado”.

Pueblo de Catamarca: volvamos a ponernos de pie y luchemos fuertemente y unidos, para que justamente en la tierra de nuestra Madre del Valle y la proximidad de la celebración mariana exijamos al máximo el inmediato esclarecimiento de las estafas piramidales, Cristina Agüero, Chazarreta y muchos casos másQue las autoridades gubernamentales muestren cuentas claras de por qué tantas falencias en la conformación de las estructuras gubernamentales, que ponen en evidencia la decadencia, sobre todo en la faz judicial, y la falta total de presente y futuro de toda una sociedad. Justicia, no tengamos miedo”, arengó al finalizar.

Nuevos testimonios que se incorporaron al expediente del asesinato modificaron el panorama y el fiscal del Jury, que había considerado improcedente el proceso, decidió finalmente formular la acusación contra su colega Laureano Palacios

Secuencia

La conmoción que produjo la exposición de las fotos del cadáver de Rojas se intercaló entre la denuncia que Fernando Rojas había realizado antes por encubrimiento y las críticas a la indiferencia del Gobierno y el sindicalista Luis Barrionuevo que deslizó pocas horas después, en la marcha.

La respuesta de Barrionuevo careció, como es habitual, de toda diplomacia. Recordó que él había revelado a la opinión pública que la muerte de Rojas era un asesinato y que Fernando no solo había sido el primero en ver el cadáver, sino que también había lavado la escena del crimen. Conjeturó además que el o los homicidas debían pertenecer al entorno del occiso.

Es decir: las intenciones de encubrir a los asesinos que se le asignaban eran incompatibles con haber destapado un crimen que la Justicia corroboraría recién 12 horas después, y era el propio Fernando Rojas que lo apuntaba quien debía explicaciones a la Justicia por su conducta en ese sentido.

Aunque sectores del oficialismo cuestionaron la brutalidad de la respuesta barrionuevista, la complementaron sumándose a la marcha, que hasta ese momento solo contabilizaba la presencia de figuras opositoras. El Gobierno anunció además que ofrecería una recompensa por datos que permitieran orientar la pesquisa.

Barrionuevo tuvo una intervención pública más, en un viaje relámpago que hizo a Catamarca para testificar en la causa. Luego de declarar ante el fiscal Costilla, cuya labor elogió, descartó que el asesinato haya tenido móviles políticos, reiteró que a su criterio los asesinos formaban parte del entorno íntimo de Rojas y recomendó al gobernador Raúl Jalil “echar a la mierda” a todos los “inútiles”.

Para entonces el Tribunal del Jury ya había decidido abrir el proceso contra el primer fiscal de la causa, Palacios, en disidencia con la opinión del fiscal Miguel Mauvecín, para quien era improcedente.

El dictamen de Mauvecín contra la apertura del Jury se había conjugado con las acusaciones de los hermanos Rojas para enervar el clima político.

La falta de resultados de la investigación lubricó el recrudecimiento de las sospechas de encubrimiento y blindaje corporativo, que los legisladores nacionales de la oposición replicaron en el Congreso, pero nuevos testimonios que se incorporaron al expediente del asesinato modificaron el panorama y Mauvecín decidió finalmente formular la acusación por mal desempeño contra su colega.

El Gobierno comenzaba a apartarse de la línea de fuego directa, pero Fernando Rojas volvió a enfocarlo con una catilinaria que al mismo tiempo le permite a él mismo gambetear la mira judicial, empoderado como líder de un reclamo político que trasciende el asesinato de su padre

Los testimonios de las médicas que realizaron la controvertida autopsia original, el director del Cuerpo Interdisciplinario Forense y el propio Barrionuevo, entre otros, le permitieron al fiscal del Jury corroborar que la muerte violenta de Rojas ya podía inferirse de la primera necropsia y que la información era conocida por al menos una decena de personas antes de la medianoche del 4 de diciembre que Fernando Rojas encontró el cuerpo.

Palacios mismo parece haberlo sabido, pero permitió que se entregara el cuerpo para las exequias en la sede del sindicato de gastronómicos y recién ordenó recuperarlo para practicarle un segundo estudio al día siguiente, cuando ya la revelación de Barrionuevo había convulsionado la escena.

El Gobierno comenzaba a apartarse de la línea de fuego, pero Fernando Rojas volvió a enfocarlo con una catilinaria que al mismo tiempo le permite a él mismo gambetear la mira judicial, desmarcarse del expediente, empoderado como líder de un reclamo político que trasciende el asesinato de su padre.

Ver también en El Estaño

https://elestanio.com.ar/el-caso-rojas-y-el-abono-de-la-elipsis/

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