El triunfo de las tribus

Reordenar la dinámica de los cacicazgos territoriales peronistas es requisito indispensable para legitimar el programa económico

Horas antes de las primarias de septiembre, el gobernador santiagueño Gerardo Zamora, único sobreviviente de la transversalidad k, reelecto el domingo por paliza, disparó: «El país necesita un ajuste, no hay país que pueda funcionar bien con déficit fiscal porque el déficit fiscal te lleva los recursos; al déficit podés cubrirlo con emisión y vas a tener inflación y más déficit fiscal. Nadie se anima a decir que hay que ajustar las cuentas fiscales, pero yo considero eso; si no, no tenemos futuro. Es mi opinión, es lo que hacemos acá, fue lo que hice cuando fui intendente, lo que hace cualquier economía familiar o empresarial: gastar en las posibilidades de lo que se ingresa. Hay que acomodar las cuentas fiscales y eso se hace bajando gastos o subiendo impuestos. Subir impuestos es una locura, entonces hay que bajar el gasto público. Son decisiones económicas importantes que hay que tomar y no es gratis, no es fácil. Decirlo es fácil, pero hacerlo en un país como la Argentina, es complicado», dijo.

Después vino la derrota del Frente de Todos, la conciliación de apuro para tratar de mantener consistencia tras la rebelión cristinista, la ratificación del fracaso en los comicios definitorios, que marcan la pérdida de la mayoría en el Senado nacional del peronismo por primera vez desde el retorno de la democracia y un dato aún más inquietante para el oficialismo: la fuga de 5,2 millones de votos respecto de las elecciones de 2019, un 40% de su capital electoral, la mitad en la provincia de Buenos Aires.

La oposición logró mantener consistencia tras la derrota, mientras el oficialismo experimentaba una descomposición que debe revertir para recuperar competitividad en las presidenciales de 2023.

En contrapartida, la oposición de Juntos por el Cambio sufrió una caída del 10%, con 1,7 millones de votos. Es decir: consiguió sostener su consistencia mientras el Gobierno experimentaba una descomposición que debe revertir para recuperar competitividad en las presidenciales de 2023.

Las sugerencias de Zamora recobran vigencia con la advertencia del Fondo Monetario Internacional que debe habilitar la reestructuración de la deuda argentina. El organismo reiteró que el plan económico del presidente Alberto Fernández debe tener “un amplio apoyo político y social” y hacer frente a la “alta inflación” que sufre la Argentina.

La edificación del consenso requerido por el FMI demanda tratativas con la oposición ganadora, y avanzar en tal sentido precisa ordenar la interna oficialista como requisito indispensable.

Las tribus peronistas se aprestan para las tratativas tendientes a diseñar un esquema de gestión que les permita transitar hasta el 2023, luego de la derrota de las tres vigas que sostenían la “máscara de Alberto”: el propio presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta e ideóloga del experimento, Cristina Fernández de Kirchner, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Tomás Massa.

El Norte se confirmó como el refugio territorial invicto del peronismo. Los gobernadores de la región, entre los que se cuenta el catamarqueño Raúl Jalil, cabecilla de una victoria de 14 puntos de ventaja sobre la alternativa antagónica, se afianzaron como eje de poder.

La CGT renovó su conducción antes de los comicios. Las organizaciones sociales se afirmaron como otro comensal importante después de las PASO.

Ahora piden pista los intendentes bonaerenses, que se atribuyen el mérito de la significativa remontada en Provincia de Buenos Aires, que no alcanzó para ganar pero emparejó las cargas. Se insinúa el inicio de un proceso emancipatorio de la jefatura kirchnerista, con reservas en casos como el de Mayra Mendoza, que dio vuelta la elección en Quilmes y sumó unos 30 mil votos a los que el Frente de Todos había embuchado ahí en septiembre. Casi 50 mil en La Matanza, 20 mil en Almirante Brown, Florencio Varela y Merlo.

Los caudillos del Conurbano se apuran a apropiarse de la recuperación en el área de padrón más abultado del país. Destacan un detalle para ellos clave: la designación como Jefe de Gabinete del gobernador Axel Kicillof de Martín Insaurralde, intendente de Lomas de Zamora. Allí fueron más de 30 mil los votos que sumó el Frente de Todos en las categorías de diputados y de concejales.

En la derrota general, la tracción se invirtió: de abajo hacia arriba, el trabajo territorial reveló su superioridad sobre el “capital simbólico”, en un escenario que indujo el atrincheramiento de cada cacique en su zona de gravitación directa.

La Casa Rosada necesita neutralizar la tribalización intestina para cerrar el acuerdo con el FMI. Necesidad política acuciante que comparte con la oposición en un punto específico: los interrogantes sobre la legitimidad abiertos por el altísimo nivel de abstención y el fuerte crecimiento del voto antisistema.

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