Polémica por el impacto diplomático de la gira presidencial por Rusia y China y los deslices verbales de Alberto Fernández en plenas tratativas con el FMI.
Mientras el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil, se regocijaba con el anuncio de una inversión de 380 millones de dólares de la empresa china Zijin Mining Group Ltd. para la construcción de una planta productora de carbonato de litio en el proyecto Tres Quebradas, que se desarrolla en Fiambalá, la gira por Rusia, China y Barbados en la que acompaña al presidente Alberto Fernández comenzaba a complicarse con tensiones geopolíticas.
Fernández acometió la incursión luego de confirmar el respaldo de los Estados Unidos en las tratativas con el FMI, asumiendo los inconvenientes que podrían derivarse de sus entrevistas con el ruso Vladimir Putin y el chino Xi Jinping, antagonistas de los norteamericanos, en el marco de la escalada bélica en Ucrania.
Ya en Rusia, se encargó de introducir más incertidumbre durante el diálogo que mantuvo con Putín en el Kremlin. Dijo que la “Argentina tiene que dejar de tener esa dependencia tan grande con el Fondo y EE.UU.» y aspira a ser “la puerta de entrada” para Rusia en América Latina.
Algunas de las críticas a Fernández fueron estrafalarias. La que se llevó la palma fue la de la periodista Cristina Pérez, que objetó «el delirante entreguismo al neo comunista zarista encarnado por el exagente de la KGB».
Estas apreciaciones precipitaron toda clase de conjeturas y análisis, en el marco de la interna oficialista recrudecida tras la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos, precisamente en disidencia con las tratativas con el FMI. Pocas horas después de la oferta de Fernández al líder ruso, su Jefe de Gabinete, Juan Manzur, se reunió con el embajador de los Estados Unidos, Mark Stanley.
Algunas de las críticas de la oposición al mandatario fueron estrafalarias. La que se llevó la palma fue la de la periodista Cristina Pérez, que objetó «el delirante entreguismo al neo comunista zarista encarnado por el exagente de la KGB». Un hallazgo del arte de la definición politica.
Otras voces alertaron sobre el impacto que podrían tener los vaivenes verbales en que incurre Fernández, cultor de la “multipolaridad”. Y no solo con los Estados Unidos.
La columnista del diario La Nación Florencia Donovan, por ejemplo, mencionó al gobernador Jalil al evaluar posibles perjuicios en los vínculos con Canadá, nada menos que en el área minera.
“Días atrás, el gobierno liberal de Justin Trudeau tuvo que dar explicaciones frente a la oposición conservadora del parlamento canadiense por habilitar la venta de la empresa minera Neo Lithium a una empresa estatal china. Uno de los activos más atractivos de la empresa: una mina en Catamarca, en la Argentina. ¿Será por eso que el gobernador Raúl Jalil se sumó a la comitiva presidencial a China? Coincidencias. El parlamentario Ed Fast, ex ministro de Comercio Internacional en Canadá sostuvo que si bien la mina en cuestión se encuentra en la Argentina, “corresponde a Canadá y otros “aliados de libre comercio que siguen las reglas” garantizar que la industria mundial de minerales críticos no sea monopolizada por un país, especialmente uno cuyos intereses “a veces son hostiles hacia los nuestros”, escribió en el artículo “La factura del viaje a Moscú llega al FMI”.