Jueguen con el coya, no con las alforjas

En la crisis de 2001, Nación y provincias compartían la desgracia económica. Circulaban 15 cuasi-monedas que los gobernadores habían acuñado para evitar la cesación de pagos. Hoy el quebranto nacional contrasta con la salud de las finanzas provinciales. Los mandatarios temen que la Casa Rosada les imponga contribuciones.

Un día antes de que Sergio Massa asumiera como ministro de Economía plenipotenciario, entre los rumores sobre su inminente desembarco, los gobernadores peronistas se reunieron en la sede del Consejo Federal de Inversiones y luego se trasladaron a la Casa Rosada, convocados a un encuentro con el presidente Alberto Fernández.

La previa. Gobernadores peronistas con el presidente Fernández

Lo único que se dejó trascender de esa entrevista fue su carácter “áspero”. Los mandatarios le habrían requerido a Fernández que tome decisiones tendientes a detener el derrotero hacia el vacío y éste se habría comprometido a hacerlo. Cumplió al día siguiente, con la designación de Massa al frente de Economía en lugar de la fugaz Silvina Batakis y la reconfiguración del gabinete con la entrega al nuevo ministro del control sobre las áreas de Producción –con la cabeza de su enemigo Daniel Scioli como premio adicional- y Agricultura, Ganadería y Pesca, además de las relaciones con los organismo multilaterales de crédito.

Massa impuso sus condiciones por necesidad de glóbulos rojos. La guerra entre Fernández y Cristina terminó desangrando a ambos y una transfusión para tratar de regenerar consistencia política se tornó impostergable.

La maniobra es similar a la ejecutada luego de la derrota en las primarias del año pasado con la incorporación del gobernador tucumano Juan Manzur como jefe de Gabinete. Pero Manzur encarnaba a los gobernadores del interior, mientras que Massa es miembro del ecosistema metropolitano cuya implosión contamina a todo el país.

El rango de “superministro” asignado a Massa rima también con el ingreso en 2001 de Domingo Cavallo al equipo de Fernando De la Rúa en lugar de Ricardo López Murphy, que no consiguió domar la crisis del sistema de Convertibilidad que estalló luctuosamente en diciembre.

La incorporación de Massa al gabinete tiene objetivos similares a la de Manzur luego de la derrota en las primarias del año pasado. Pero Manzur encarnaba a los gobernadores, mientras que Massa es miembro del ecosistema metropolitano cuya implosión contamina al país

Entre los presagios retroactivos, un detalle que distingue a la crisis en curso de la debacle que se llevó puesto a De la Rúa inquieta a los gobernadores. Hace 20 años, las finanzas de las provincias estaban tan exhaustas como las de la Casa Rosada, pero ahora el desfinanciamiento nacional contrasta con la salud de las cuentas provinciales.

En 2001, nada menos que 15 provincias habían acuñado cuasi-monedas para sortear la cesación de pagos debido la caída de sus ingresos: Buenos Aires (Patacón), Córdoba (Lecor), Entre Ríos (Federal), Corrientes (Cecacor), Tucumán (Bocade), Mendoza (Petrom), Misiones (Cemis), San Juan (Huarpes), Chaco (Quebracho), Formosa (Bocafor), Catamarca (Bono Ley 4748), Letras (Tierra del Fuego), Chubut (Petrobono), Río Negro (Petrobono) y La Rioja (Bocade).

Los bonos provinciales llegaron a acumular 8.400 millones de pesos, el 50% de la circulación monetaria de todo el país.

Desde entonces, las provincias sanearon sus finanzas y en 2016 lograron la restitución del 15% de la masa coparticipable que la Nación les retenía para fondear la ANSES. En contrapartida, las finanzas nacionales fueron deteriorándose hasta la sequía.

Los gobernadores temen que la Casa Rosada, agotadas las posibilidades de financiarse, les exija contribuciones de sus presupuestos e incluso se las imponga compulsivamente, cuando la mayoría tiene decidido separar sus elecciones provinciales de las nacionales para sustraerse de la convulsión metropolitana.

Sobre los obstáculos legales que impedirían sablazos por el estilo, solo hace falta consultarle al porteño Horacio Rodríguez Larreta, despojado sin miramientos para resolverle una revuelta policial al gobernador cristinista Axel Kicillof.

Massa es tal vez condición necesaria para la reconstitución de la autoridad nacional, pero no suficiente. A nadie escapa que cifra sus ambiciones presidenciales en el éxito de su gestión como salvador del Frente de Todos. Lo mismo se especuló en su momento con Manzur, a quien tanto el cristinismo como el albertismo le acotaron el margen de maniobra en cuanto advirtieron sus pretensiones de proyectarse.

El ministro de Economía plenipotenciario precisa restaurar el tejido político oficialista. Al aporte de los gobernadores a esta meta requiere el respeto de un principio innegociable, bien norteño: se puede jugar con el coya, pero no con las alforjas.

Ver también en El Estaño

https://elestanio.com.ar/massa-reactiva-sus-terminales-nortenas/

https://elestanio.com.ar/el-factor-litio-y-la-cabeza-de-kulfas/

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