La Capitulación de Mayo

Provincias empoderadas, Presidencia condicionada: el Pacto de Mayo fue la capitulación de Milei ante la casta.

Los gobernadores tienen los fondos y el potencial del paquete fiscal en el buche. La materialización del programa libertario cifrado en la Ley Bases es “a pillar”. 

Siete meses después de asumir la Presidencia, Javier Milei consiguió montar en Tucumán una imagen que conviene despojar de camuflajes épicos.

Muestra un Presidente rodeado, condicionado, vencido por la casta a la que desprecia.

Mauricio Macri le concedió el favor de asistir a última hora, tras hacerle presentir el vacío que hubiera implicado su ausencia.

La oposición dialoguista agrupada en el bloque de diputados que comanda Miguel Pichetto no fue y le advirtió que los “objetivos no se alcanzan con una foto o la firma de un papel, sino con acciones concretas”.

La vicepresidenta Victoria Villarruel pretextó una gripe que le impidió contribuir al decorado de la escenografía presidencial en la madrugada, pero no participar del desfile militar por la mañana.

La Suprema Corte de Justicia alegó la incompatibilidad entre lo institucional y lo político para desertar del espectáculo.

El sindicalismo y el empresariado no estuvieron.

Reticencias y ausencias relumbran contra el telón de fondo de un mercado que empieza a perder la confianza en los artificios financieros de Luis “Toto” Caputo y un Milei que espera recuperar tono con el ingreso al gabinete de Federico Sturzenegger, autor de la Ley Bases que el Congreso sometió a una jibarización implacable durante seis meses.

A nivel global, el triunfo de la izquierda en Francia impactó sobre las proyecciones de la extrema derecha antisistema en la que el Jefe de Estado argentino se inscribe en calidad de celebridad.

En lo regional, su deserción de la Cumbre del Mercosur por la enemistad personal con Lula lo aísla aún más.

Confrontado a este conjunto de fragilidades, el Pacto de Mayo es un compromiso carente de imperio jurídico que los caciques provinciales suscriben a cambio del paquete fiscal sancionado junto a la sacralizada Ley Bases, que les garantiza su porción en la repartija de recursos nacionales y les da herramientas para conseguir más.

Lo que se firmó en la vigilia del 9 de Julio es en rigor la Capitulación de Mayo. Milei obtuvo la precaria promesa de acompañar un decálogo de generalidades  a cambio de robustecer los presupuestos provinciales.

Inestable amor mercenario, subordinado a a la incierta evolución de una escena política volátil y a que pague los copetines.

El Pacto de Mayo es un compromiso carente de imperio jurídico que los caciques provinciales suscriben a cambio del paquete fiscal sancionado junto a la sacralizada Ley Bases, que les garantiza su porción en la repartija de recursos nacionales y les da herramientas para conseguir más

La derrota libertaria

La derrota libertaria comenzó a construirse en febrero, cuando retiró indignado la Ley Bases porque los diputados no la aprobaban como pretendía, en un gesto que comparó con el de Moisés rompiendo las Tablas de la Ley.

En la sinuosa reconciliación, los taimados mandatarios consiguieron separar lo místico de lo profano: que el fascinante catecismo de la Ley Bases se discutiera aparte de la distribución de fondos entre Nación y provincias. Para atenuar suspicacias, ambas normativas se aprobarían simultáneamente.

París bien vale una misa. O al loco hay que correrlo para el lado que dispara.

La reposición del impuesto a las Ganancias, que se coparticipa, entronca con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que establece beneficios quizás excesivos para inversiones superiores a los 200 millones de dólares pero no afecta un elemento central, blindado por la Constitución: la potestad sobre los recursos naturales, mineros y petroleros entre ellos, es de las provincias. El régimen está, pero los inversores deben contar con la anuencia del poder de la provincia en que vayan a afincarse.

Eventualmente, las arcas provinciales recibirán tajada también del blanqueo.

Por supuesto, si la recesión no se revierte la torta a repartir seguirá achicándose en perjuicio de todos, pero el ingrediente clave es que Milei ha resignado prerrogativas para avanzar impunemente sobre las cajas provinciales, independientemente de la posición política que los gobernadores asuman en el futuro.

Lo concreto del paquete fiscal contrasta con la incertidumbre que signa el derrotero de la Ley Bases, que demandará nuevas tratativas, trámites parlamentarios y concesiones para materializarse. Se asiste al triunfo de los caciques sobre un poder nacional devaluado

Lo concreto del paquete fiscal contrasta con la incertidumbre que signa el derrotero de la Ley Bases, que demandará nuevas tratativas, trámites parlamentarios y concesiones para materializarse.

Se asiste al triunfo de los caciques sobre un poder nacional devaluado.

Los gobernadores fortalecen su posición en las negociaciones con una Casa Rosada que se aferra a ellos porque no ha podido, ni sabido, traducir su victoria electoral en consistencia institucional y política.

Plata en el buche, concreción del programa libertario “a pillar”, principio de revelación de julio: los gobernadores cobraron al contado y pagarán en gambeteables cuotas, de acuerdo a cómo venga la mano política.

 

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