La familia de Juntos por el Cambio se unió para neutralizar las referencias del indiscreto Facundo Manes a la afición por el espionaje de Mauricio Macri.
El monolítico repudio de las facciones que integran Juntos por el Cambio a las referencias del radical Facundo Manes sobre la afición al espionaje del ex presidente Mauricio Macri expone una paradoja. El volumen de la reacción indica que, a criterio de la oposición, se trata del asunto más erosivo para su competitividad electoral, pero el empeño por invisibilizarlo demuestra al mismo tiempo su eficacia como argamasa.
Una especie de enfermedad venérea: para la familia no es tan engorroso que un miembro la padezca como que el vecindario se entere, así que cualquier encono se depone con tal de impedir que la indignidad se difunda.
«La Maxwell Smart” ratifica en cualquier caso su incidencia.
La clandestinidad de esta línea macrista fue vulnerada por los episodios de las escuchas ilegales a los familiares de las víctimas del ARA San Juan y el video que mostró al exministro de Trabajo de María Eugenia Vidal, Marcelo Villegas, coordinando acciones con empresarios y agentes de la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani para complicar en la Justicia al sindicalista Juan Pablo “Pata” Medina.
El indiscreto Manes la hizo emerger nuevamente. Busca potenciar su proyección con una propuesta por fuera de la grieta, pero el impulso mayoritario entre sus socios parece dirigido a profundizarla. Para los jerarcas de Juntos, admitir que “hay evidencias” de que Macri mandó a espiar “a gente incluso de su gobierno” equivale a atentar contra la integridad de la alianza.
Hasta el presidente de la UCR, Gerardo Morales, que tiene escasas consideraciones hacia Macri, salió al cruce del empático neurocirujano y sumó su repulsa a las del PRO. El radicalismo sacó un comunicado institucional acusando al hereje por “lesionar la esperanza que venimos construyendo”.
La velocidad de las maniobras desplegadas para encapsular las apreciaciones de Manes y prevenir su metástasis marca que no hubo especulaciones en los bandos para calcular qué provecho faccioso podían obtener de ellas.
Inmediatamente después del pronunciamiento de la UCR, Morales dijo que quiere enfrentar y “darle una paliza” a Macri en PASO o internas.
Para los jerarcas de Juntos, admitir que “hay evidencias” de que Macri mandó a espiar “a gente incluso de su gobierno” equivale a atentar contra la integridad de la alianza
Teorema de Baglini
Que no expresara idéntica vocación bélica contra Horacio Rodríguez Larreta es un indicio importante.
Los radicales se ciñen el célebre teorema de Baglini: la audacia es proporcional a la distancia hasta el poder. Como la nostalgia, crece con la lejanía. Manes tal vez esté demasiado verde aún para comprender estas sutilezas, pero Rodríguez Larreta expresa una posición más moderada que el ex presidente amarillo y podría ser el canal adecuado para que el radicalismo se reposicione con una Vicepresidencia y haga valer, sobre todo desde el Senado, su aporte territorial en un eventual Gobierno de Juntos.
El boceto de una fórmula comienza a perfeccionarse: con Rodríguez Larreta, contra Macri, y evitar a cualquier costo fragmentaciones que beneficien al ingeniero, fragmento mayor.
El boceto de una fórmula comienza a perfeccionarse: con Rodríguez Larreta, contra Macri, y evitar a cualquier costo fragmentaciones que beneficien al ingeniero, fragmento mayor
La pasión de Macri
Las evidencias de la pasión de Macri por el espionaje clandestino y las escuchas, que el extinto juez Norberto Oyarbide diagnosticó como “enfermiza”, son de todas maneras numerosas y se remontan a su gestión como alcalde de la Ciudad de Buenos Aires.
Jorge “Fino” Palacios, su jefe en la Policía Metropolitana, quedó envuelto en un escándalo por pinchar teléfonos de familiares de las víctimas del atentado de la AMIA. Fallecido en 2020, fue imputado en 2009 junto a otras 12 personas como encubridor en la investigación que comandaba el extinto fiscal Alberto Nisman.
Macri fue procesado en esta causa en 2010 por Oyarbide, como integrante de una asociación ilícita conformada con el “Fino” y el espía Ciro James, que ocupaba un cargo en el Ministerio de Educación de la CABA, para espiar ilegalmente.
El precedente recobró actualidad con las causas por la “Gestapo sindical”, las escuchas a los deudos del ARA San Juan y los “Super Mario Bros”, 18 agentes de Arribas y Majdalani que se encargaban de espiar políticos, periodistas, sindicalistas y líderes religiosos.
Como el Frente de Todos da el perfil justo para la maligna organización KAOS, Manes podría incorporar a la saga la figura del Super Agente 86. Sin olvidar, empático como es y atento al cupo femenino, a la fascinante 99.
Por lo pronto, lo metieron en el legendario cono del silencio.
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