Estirpes en conflicto y un diálogo paradigmático de “El Padrino”.
La pasión por los linajes engendró en Catamarca importantes indagaciones genealógicas y profundas reflexiones de orden moral, que fluctúan entre el panegírico desmesurado y la crítica despiadada. La tendencia tiene su origen, quizás, en las demandas de legitimidad de usufructuarios de alguna estirpe que intentan encontrar en los precedentes históricos méritos que, con o sin razón, se les retacean en la contemporaneidad.
Es indefectible que surjan movimientos de sentido inverso, inclinados a neutralizar tales pretensiones sembrando el descrédito de abolengos legendarios y postulando otros como los más adecuados. Muchas veces los objetores son renegados provenientes de la propia sangre impugnada, adheridos a causas de principios incompatibles con el mandato familiar.
Que ambas facciones se vean obligadas ejercitar el énfasis exagerado o el ocultamiento doloso es lógico, pues se trata de la más medular de las cuestiones políticas: quien controla el sentido del relato tiene el poder. Conviene evidentemente al aspirante inscribirse en una tradición aceptable.
Como esta meta puede alcanzarse tanto elevándose como mermando la estatura del contrario, no conviene menos recordar también que toda narrativa es necesariamente ficcional. Es imposible relatar todo. El historiador y el cronista no tienen más remedio que seleccionar unos acontecimientos, jerarquizarlos y encadenarlos en una relación de causas y efectos determinada para no sucumbir en el caos.
Es notorio como la mayoría de los panegíricos prefieren, si no pueden omitirla, despojar de detalles la etapa fundacional, asumiendo el riesgo de que aparezca alguien dispuesto a recordar los más erosivos con la intención de derribar todo el edificio: deudas impagas, despojos, abusos, crímenes incluso.
La inauguración de un linaje requiere por lo general de conductas disruptivas, en la mayoría de los casos poco altruistas, incluso violentas, que son las más atractivas para el público
Aburrimiento
Estas elipsis conspiran contra el interés sobre cuentos circunscriptos a las acciones de personajes unidimensionales que se han pasado la vida haciendo el bien, estructura que garantiza el hastío antes que la erudición.
Ocurre que la inauguración de un linaje requiere por lo general de conductas disruptivas, en la mayoría de los casos poco altruistas, incluso violentas, que son las más atractivas para el público.
Por mucho que la Iglesia proponga lo contrario, el éxito literario de La Biblia le debe menos a la castidad de María que a las curvas de Salomé; a la fuerza de Sansón que a la toxicidad de Dalila; a la mansedumbre de Job que a la desmesura de Dios y el Diablo, dos energúmenos que se timbean el alma del pobre infeliz sometiéndolo a tormentos crecientes.
Al respecto, dice mucho sobre la importancia que tiene establecer la hegemonía de un relato para la construcción política que la colaboración prestada por la Morena del Valle al sometimiento de los salvajes insumisos sea una de los episodios más significativos de la leyenda mariana, al punto de ser recordado con una espectacular pintura en los techos de la Catedral Basílica. Tal es el origen que el clero asigna a la genealogía catamarcana.
Corleone vs. Geary
La saga de “El Padrino”, de Mario Puzo y Francis Ford Cóppola, contiene varios episodios fundacionales.
Vito funda la estirpe de los Corleone con el asesinato de Massimo Fanucci, abusivo gerente de la mafia en la Little Italy neoyorquina. Su hijo Michael mata al capitán McCluskey, policía corrupto aliado del “Turco” Sollozo en contra de los Corleone.
Senador, ambos formamos parte de la misma hipocresía, pero nunca piense que eso incluye a mi familia
(Michael Corleone, El Padrino II”)
“No se puede matar a un policía”, le dicen a Michael, para quien su padre Vito, internado tras ser baleado por “torpedos” de Sollozo, proyecta un destino vinculado a la inserción de la familia en la sociedad decente. “Si algo demuestra la historia, es que se puede matar a cualquiera”, responde Michael.
Es ilustrativo cómo la prensa al servicio de los Corleone se encarga de desprestigiar a McCluskey, mientras don Vito se repone del ataque y Michael vive su exilio en Sicilia.
Cuando muere su padre, Michael asesina a todos los traidores y potenciales enemigos para hacerse del poder.
Hasta ahí, son maniobras que tienen como propósito sobrevivir, prosperar y retener la gravitación de los Corleone en la jerarquía mafiosa ítalo-americana. Disputas endógenas.
Los vínculos con el poder político formal, que es otra casta, se narran en la relación de Michael con el senador de Nevada, Pat Geary.
Hay un diálogo paradigmático entre ambos. Se produce luego de una fiesta en la que Geary elogia a los inmigrantes italianos y destaca la contribución de los Corleone a la sociedad. Consciente del valor que tiene para el padrino Michael la legitimidad que otorga la palabra de un senador de los Estados Unidos, quiere cobrar.
Las tratativas siguientes exponen la tensión entre dos linajes por la ubicación en la jerarquía del poder.
Geary- Los Corleone han prosperado en Nevada. Tienen o controlan dos grandes hoteles en Las Vegas y un casino en Reno. Las licencias fueron apadrinadas para que no hubiera problemas con la Comisión de Juego. Ahora me dicen mis fuentes que tiene el ojo puesto en el Tropigala. Dicen que en menos de una semana echarán a Kligman. Es una gran expansión, pero tendrá un pequeño problema técnico: la licencia estará a nombre de Kligman.
Corleone- Turnbull es un buen hombre.
– Si, pero vayamos al grano. No quiero perder más tiempo del necesario. Si quiere la licencia, el precio será 250 mil dólares, más el 5 por ciento mensual de la ganancia bruta de sus cuatro hoteles, señor Corleone.
– El precio de la licencia no alcanza los 20 mil dólares ¿verdad? ¿Por qué habría de pagar más?
– Porque pienso exprimirlo. No me gustan los de su clase. No me gusta verlos en este país, con su pelo engominado y sus trajes de seda, haciéndose pasar por americanos decentes. Hago negocios con ustedes, pero lo cierto es que desprecio su farsa, la forma equívoca en que se presentan usted y su maldita familia.
– Senador, ambos formamos parte de la misma hipocresía, pero nunca piense que eso incluye a mi familia.
– Está bien, cada cual tiene su juego y usted tiene el suyo. Así que digamos que me paga porque le conviene. Quiero su respuesta mañana al mediodía. Y otra cosa: no vuelva a contactarse conmigo nunca más. En adelante tratará con Turnbull. Abra la puerta.
– Senador, le daré mi respuesta ahora, si gusta. Mi respuesta es la siguiente: nada. Ni siquiera el costo de la licencia, el cual apreciaría que cubra usted mismo.