La actividad económica continúa cayendo, el margen para las ficciones contables del superávit financiero de achica y el FMI no suelta un dólar. La celebridad mundial de Javier Milei no se traduce en inversiones.
Fracasadas las gestiones para obtener oxígeno financiero del FMI, Javier Milei pide a los inversores un salto de fe.
El capital financiero celebra enfáticamente las políticas de motosierra y licuadora del libertario, transformado en una especie de rock-star del ultracapitalismo más descarnado y autoungido gendarme iluminado de los valores de Occidente amenazados por la infiltración socialista.
La adulación a los magnates y el éxito de taquilla de sus disertaciones, sin embargo, no se han traducido en inversiones en la Argentina más firmes que las de la timba financiera lubricada por las alquimias contables del ministro de Economía Luis “Toto” Caputo.
La narrativa de Milei, desplegada desde la saga protagonizada por lo hebreos liderados por Moisés en la fuga de Egipto, pierde paulatinamente eficacia persuasiva. 40 años errando en el desierto antes de llegar a la Tierra Prometida parecen demasiados.
Comienza a ganar protagonismo en el relato épico una variante.
Milei advierte a sus auditorios que la hazaña libertaria corre peligro de fracasar si el empresariado sigue absteniéndose de invertir. Enfatiza en sus discursos la gravitación del “empresario aventurero”, personaje que vendría a tener su encarnación perfecta en Elon Musk, equiparable a los colonos norteamericanos, los conquistadores españoles o los exploradores de África y Asia.
En el Éxodo, los hebreos se le quejan a Moisés por la falta de alimentos y Yavhé les da codornices y el maná.
Acosado por la persistencia de la recesión, complicado en el frente político, con una sociedad que empieza a reaccionar al rigor del ajuste, Milei atraviesa una situación parecida. A falta de Yavhé, pide a su entusiasta feligresía ultracapitalista que le proporcione el maná de las inversiones.
La fama mundial y las manifestaciones de adhesión le fascinan, pero “no se puede vivir del amor”.
La pureza del mesiánico credo libertario se contamina con la herejía Andrés Calamaro.
Milei advierte a sus auditorios que la hazaña libertaria corre peligro de fracasar si el empresariado sigue absteniéndose de invertir
El púlpito Llao Llao
El 19 de abril, en el Foro Llao Llao, en Bariloche, Milei encumbró a quienes fugan dólares como héroes que lograron evadir las garras del Estado. El elogio preparaba el terreno para el mangazo.
Cerró su alocución ante los empresarios más poderosos de la Argentina con el episodio bíblico del cruce del Mar Rojo.
Con el aliento de los egipcios en la nuca, Moisés “golpea el báculo” y le pide a Dios que abra las aguas para poder pasar. Pero el Señor le exige una fe ciega.
– Que se manden.
– No, no –se resisten los judíos-: que lo abra y entramos.
– No –contesta Dios-, tienen que tener fe. Tienen que mandarse, tienen que entrar y cruzar.
“Y el agua no se abría y del otro lado estaban los egipcios, o sea la esclavitud, que se los venían a llevar puestos. Y ahí, cuando el príncipe heredero se lanza y cree y confía, se abren las aguas y se da la liberación final ¿Qué quiere decir eso? Muchachos, en algún momento van a tener que poner las pelotas, van a tener que invertir, se van a tener que jugar para que se abran las aguas y seamos libres”, intimó Milei.
Los aplausos fueron cerrados, pero la plata no aparece.
Hombres de poca fe.
milei destaca en sus discursos el papel del “empresario aventurero”, personaje que vendría a tener su encarnación perfecta en Elon Musk
Urbi et orbi
La herejía Calamaro cobró alcance ecuménico en Los Ángeles dos semanas después. En el Foro del Milken Institute, Milei postuló a la Argentina como modelo universal y resaltó sus potenciales para convertirse en la próxima “meca de Occidente”.
“Miro a la Argentina con todos los cambios que estamos emprendiendo y veo que estamos a contramano del mundo. Mientras Occidente gira hacia el control y hacia la imposición, la Argentina gira hacia la confianza de sus ciudadanos en el ejercicio de su libertad. Mientras Occidente gira hacia el chamanismo económico y hacia formatos insostenibles de heterodoxia que ponen en peligro el futuro de todos, la Argentina vuelve al sendero de la razón, a las ideas del sentido común», pontificó.
«No tenemos que perder la fe en esa ambición primal que los humanos tenemos como guía: somos una especie de exploradores, creadores e inventores, no de burócratas. Y es el empresario aventurero, no el burócrata de escritorio, la clase de hombre que encarna en el presente esta cualidad atemporal del espíritu humano”, recomendó a continuación.
Tras lisonjear a los “empresarios aventureros”, dedicó un párrafo ominoso a los capitalistas argentinos incrédulos o prudentes: “Les digo a los empresarios argentinos: no se duerman en sus laureles, porque encontrarán que hay actores de afuera con más capital y mayor capacidad de asumir riesgos, dispuestos a hacer las inversiones que el país necesita”.
Concluyó con una invitación a los millonarios globales a “apostar” por la Argentina. “Ayúdenme, ustedes que son el progreso humano encarnado a hacer de ella la nueva Roma del siglo XXI. Demostrarles a los burócratas que están destruyendo Occidente que las ideas de la libertad son la única forma de alcanzar la prosperidad. Volvamos a abrazar las ideas de la libertad con orgullo. Estemos orgullosos de ser emprendedores, de ser empresarios, porque son los verdaderos benefactores sociales, los que crean riquezas, los que han sacado al mundo de la miseria. Les pido que además nos acompañen a los argentinos para este renacer de Occidente», arengó el Presidente.