Por si o por no

Desbordada por el electorado, la grieta kirchnerismo/antikirchnerismo está perimida. Milei y Mauricio Macri se aferran a ella y la estimulan para desacreditar a Sergio Massa, que se desmarca. El dilema del domingo: ¿quién representa el cambio?

Frente a la intensidad beligerante de la campaña y la violencia discursiva cebada en un profundo, extendido y justificado sentimiento social de fracaso, conviene tomar perspectiva.

La composición del voto en las primarias y la primera vuelta mostró adhesiones, repudios y prescindencia respecto de los protagonistas de la confrontación, pero por encima de eso expuso con nitidez el agotamiento de la grieta kirchnerismo/antikirchnerismo como fórmula del litigio político.

La dicotomía ya no alcanza para explicar lo que ocurre, es ineficaz para tramitar la disputa por el poder e inútil para edificar más allá de los cada vez más acotados límites de las tribus que abrevan de ella desde hace 15 años. Puede servir aún para retener influencias, pero no para sumar en tren de revertir la atomización y fundar un nuevo equilibrio.

Por eso Cristina Kirchner y Mauricio Macri, superados por los acontecimientos, desistieron de sus candidaturas. Por eso también la mayoría de los gobernadores y jefes territoriales prefirieron desdoblar sus elecciones de las nacionales, tratando de conservar cuotas de poder para maniobrar en una escena desarticulada, en transformación y excesivamente incierta.

La manifestación del desborde más evidente y trillada, por su inesperada victoria en las PASO, es Javier Milei, pero Sergio Massa es producto de lo mismo aunque su extensa trayectoria y el hecho de integrar el Gobierno nacional implosionado lo desdibujen. Su candidatura se impuso en contra de lo que pretendían Cristina y Alberto Fernández, fruto antes de la resignación de ambos ante una derrota indefectible, cuyos costos no querían asumir, que de su voluntad.

La etapa que viene estará signada por la adecuación del ecosistema político e institucional a las coordenadas que las urnas vienen trazando desde hace al menos cuatro años ¿Quién está en mejores condiciones de capitanearlo?

 

Agotamiento y resistencia

La sostenida degradación económica y social aceleró al agotamiento de una grieta cuya esterilidad se hacía cada vez más ostensible.

Un síntoma importante del fenómeno se dio en las elecciones de 2019, en las que también la mayoría de los caciques provinciales separó la definición de sus esquemas del nacional. Cristina logró es año reorganizar al peronismo tras “la máscara de Alberto”, con Fernández como candidato a la Presidencia, ella de Vice y Massa aliado con el cargo de titular de la Cámara de Diputados. Macri fue por la reelección, pero en lugar de un macrista paladar negro como en 2015, cuando se hizo acompañar con Gabriela Michetti, armó la fórmula con el peronista disidente Miguel Pichetto.

Es decir: los dos protagonistas máximos de la grieta buscaron suavizar sus perfiles extremos para tentar clientela moderada.

La abstención en 2021, cuando Milei asomó al ganar su banca de diputado nacional, fue el siguiente indicio, subrayado por la crisis de autoridad que comenzó a esmerilar la convivencia en el Frente de Todos gobernante y lo colocó en una senda de disolución que ninguno de sus miembros pudo después ababndonar.

El 30% del Milei ganador en las primarias se superpuso a la abstención en este 2023 para ratificar el desplome de todo el sistema edificado sobre el antagonismo entre kirchneristas y macristas.

Si se enfilan estos elementos, es posible interpretar el ciclo 2019-2023 bajo la clave de un gran esfuerzo adaptativo de los beneficiarios de la fractura por sostener representatividad frente a un electorado cada vez más refractario a ellos y más atomizado.

En esta línea se inscribe el respaldo de Macri a Milei: es un manotazo para tratar de subirse a un tren que se le va. Milei es la esperanza de sobrevida de Macri para el ciclo que viene.

En contraste con la enfática intervención de Macri, Cristina y el ultrakirchnerismo, aliados de Massa, se repliegan.

Massa propone la superación de la grieta y Milei se aferra a ella abrazado a la jugada de Macri, que no termina de comprometerse con los resultados de una eventual gestión libertaria

Proceso

El electorado vino marcando las estribaciones del colapso de la grieta, estéril ya para traducir los beneficios del sistema democrático en calidad de vida. De tal modo, la etapa que viene estará signada por la adecuación del ecosistema político e institucional a un cambio que ya ocurrió, cuyas coordenadas fueron marcadas por las urnas.

El milei-macrismo se apropia del concepto de cambio para emplearlo como fetiche marketinero, pero la gran pregunta a responder el domingo en el cuarto oscuro es quién representa el cambio que el país requiere.

¿Lo representan Macri y Milei que, mutaciones mutuas mediante se empecinan en revivir el formato kirchnerismo/antikirchnerismo?

¿O lo representa Massa, que concluye su sinuosa carrera con la propuesta de “unidad nacional” para revertir la crisis?

La “unidad nacional” es difusa, habrá que ver en qué consiste si Massa agarra la manija. Sin embargo, la infinita red de relaciones que el candidato de Unión por la Patria ha construido a lo largo de su accidentada trayectoria, junto a los compromisos que debió asumir para mantener consistencia electoral ante la reticencia de kirchneristas y albertistas, es un capital a tener en cuenta al momento de conjeturar proyecciones, sobre todo por las alternativas que le abre para desmarcarse del kirchnerismo.

El cambio que postula el milei-macrismo, en contrapartida, tiene algunos rasgos muy específicos y hasta estrafalarios que intentan exculparse y justificarse con la tozudez antikirchnerista: retorno a la discusión sobre la violencia política de los ’70, reivindicación de la dictadura criminal, revisión del concepto de “Memoria, Verdad y Justicia”, derogación de la ley de aborto legal, desfinanciamiento de los sistemas de salud y educación pública, destrucción de una herramienta fundamental del Estado para intervenir y atenuar asimetrías como es el Banco Central, apertura indiscriminada de la economía, hostilidad con socios comerciales de la Argentina de primera magnitud –indispensables- como China o Brasil, privatización de recursos como Vaca Muerta o YPF… Aplicación, en síntesis, del dogma del mercado a todos los órdenes de la vida.

El respaldo de Macri a Milei es un manotazo para tratar de subirse a un tren que se le va. Milei es la esperanza de sobrevida de Macri para el ciclo que viene

La etapa que viene estará signada por la adecuación del ecosistema político e institucional a las coordenadas que las urnas vienen trazando desde hace al menos cuatro años ¿Quién está en mejores condiciones de capitanearlo?

Con todas las reservas que puedan hacerse, en un contexto de comprensible escepticismo, despejadas hojarascas y chicanas, Massa propone la superación de la grieta y Milei se aferra a ella abrazado a la jugada de Macri, que no termina de comprometerse con los resultados de una eventual gestión libertaria.

Massa ofrece terminar con la fragmentación y abrir un nuevo ciclo. El nuevo ciclo de Milei se asienta ya decididamente en la vieja grieta.

¿Dónde está el cambio?

Por si o por no, el dilema del domingo es ese.

 

Ver también en El Estaño

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