El intendente Gustavo Saadi disparó la discusión por el rediseño del Frente de Todos en Catamarca
El intendente de la Capital Gustavo Saadi comunicó al gobernador Raúl Jalil y a la senadora nacional Lucía Corpacci que no se postulará a la reelección y desestabilizó al Frente de Todos catamarqueño, abriendo un proceso de desenlace incierto a seis meses de las elecciones.
La noticia tuvo el efecto de un disparador en el ecosistema peronista, donde funcionarios, concejales, diputados y dirigentes afines al saadismo saturaron las redes sociales con la consigna “Gustavo Gobernador” y comenzaron a estimular la interna.
El Gobierno busca atenuar el impacto político de la novedad y neutralizar la insurrección en ciernes. Es un desafío al eje Jalil-Corpacci, que controla la gestión política oficialista, giro inesperado en el que la posibilidad de una confrontación en PASO con Saadi a la cabeza empieza a tomar cuerpo.
Se trata de otro episodio, más intenso, de un litigio que el intendente viene administrando desde principios del año pasado para tratar de entrar en el circuito de toma de decisiones oficialista, con el objetivo de gravitar en la configuración de la escena para que sea posible el cumplimiento de la secuencia sucesoria hipotética pactada en 2019: dos mandatos de Jalil y su ascenso desde la Intendencia capitalina a la Gobernación en 2027.
Corpacci ya cobró su cuota del acuerdo, con la senaduría nacional que ganó en 2021. Jalil concluye este año su primer mandato e irá por la reelección. A Saadi le faltarían cuatro largos años para pasar por ventanilla.
La condición madre para que el acuerdo se complete es obvia: que el peronismo retenga el Gobierno y la Intendencia. Es lo que para Saadi está en riesgo.
La renuncia de Gustavo Saadi a la reelección en Capital enmascara el reclamo de fondo: su contribución a la consistencia electoral no tiene reflejo adecuado ni en espacios de poder ni en participación en el diseño de la estrategia política
Escalada
No es casual que las hostilidades comenzaran a escalar después de que Jalil, con la anuencia de Corpacci y en contra de lo que hizo la mayoría de los gobernadores del país, tomó la decisión de celebrar las elecciones provinciales junto con las nacionales.
Saadi marcó siempre su disidencia con este esquema, que asocia el destino electoral del peronismo catamarqueño al de la devaluada Casa Rosada.
En el plano interno, recrimina a Jalil y Corpacci que hayan asumido sin considerar su opinión una decisión electoral que lo afecta directamente como jefe del principal distrito de la provincia, donde la penetración del desplome oficialista nacional y el robustecimiento de los precandidatos presidenciales de Juntos por el Cambio es mayor.
El descarte de maniobras tendientes a desacoplar los votos provinciales de los nacionales terminó de madurar al conflicto.
El saadismo encontró en la conformación de la lista de unidad de las autoridades del PJ el “casus belli” para volver a diferenciarse tras una breve tregua.
La intención de Jalil y Corpacci era sumarlo a la conducción para mostrar unidad, pero el intendente se negó a incorporarse a lo que considera una impostura y detonó la pelea con la renuncia a la reelección.
Precedentes
La dimisión abre un vacío de compleja cobertura, pues la figura de Saadi es una viga indispensable del Frente de Todos. La alianza gobernante se ve obligada a reinventarse para retener al saadismo.
Fuertes componentes de renovación generacional se suman al peso específico que tiene el apellido Saadi en el peronismo de Catamarca.
La renuncia a la reelección como intendente se inscribe en una serie de gestos de indisciplina.
El 24 de febrero del año pasado, Saadi se retiró del acto que Jalil y Corpacci le habían organizado frente a la sede del PJ catamarqueño a Alberto Fernández para una efeméride peronista insólita: la conmemoración de la primera victoria electoral de Juan Domingo Perón. La retirada del intendente, que había mandado copar el acto con pancartas “Gustavo 2023”, fue convenientemente escenificada: caminó desde la base del palco hasta el Palacio Municipal, ubicado a 150 metros de la sede del PJ, rodeado por concejales y militantes que lo celebraban.
En septiembre, una disputa por la renovación de la presidencia de la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara de Diputados gatilló otra señal de distancia con el ultracorpaccismo. 8 legisladores referenciados con Saadi y el ministro de Vivienda Fidel “Pocho” Sáenz conformaron el grupo “Desacato”, de fugaz vida.
Guerra fría
Pasada la conmoción inicial, los bandos entraron en discreta guerra fría, rumbo a una fecha límite: el 24 de junio vence el plazo para presentar listas de precandidatos a las PASO.
Saadi consiguió instalar al fin a una discusión por los términos de la alianza articulada en torno al peronismo en Catamarca. La renuncia a la reelección en Capital enmascara el planteo de fondo: su contribución a la consistencia electoral no tiene reflejo adecuado ni en espacios de poder ni en participación en el diseño de la estrategia política. Lo que exige es un nuevo punto de equilibrio, cuando el peronismo catamarqueño lleva ya 12 años en ejercicio del poder.
Los más alarmados por la operación que propone son los ultracorpaccistas, referentes que, salvo contadísimas excepciones, despertaron a la vocación política cuando Lucía Corpacci empezó a afianzar su crecimiento de la mano de Armando “Bombón” Mercado tras el acceso de Néstor Kirchner a la Presidencia, para proyectarse como vicegobernadora del radical Eduardo Brizuela del Moral en 2007, senadora nacional en 2009 y Gobernadora en 2011. Es decir: dirigentes que en su gran mayoría desarrollaron sus carreras íntegramente al cobijo de los siempre rechonchos presupuestos oficialistas, exentos de experiencia en el seco llano de la oposición.
Ver también en El Estaño
https://elestanio.com.ar/agujeros-en-el-paraguas-corpacci/
https://elestanio.com.ar/tension-generacional/
https://elestanio.com.ar/poscorpaccismo-nonato/
https://elestanio.com.ar/2-s-1-c-la-cifra-del-ciclo/
