Contacten a “Los Copitos” (y que pongan el 3%)

Lo más sólido que tiene la conspiración contra Milei es su carácter superfluo. La administración libertaria no requiere la colaboración de sistemas de inteligencia enemigos para perjudicarse. El daño autoinfligido es lo que mejor le sale.

La hipótesis de que la conjura en su contra incluye el magnicidio era una vuelta de rosca previsible en la narrativa milenarista del enfrentamiento entre las Fuerzas del Cielo y el Mal encarnado en la casta que predica Javier Milei.

Acorralado por las infidencias del ex director de la Administración Nacional de Discapacidad Diego Spagnuolo, el líder libertario escala decididamente en el delirio mesiánico y extrema tal línea argumental para tratar de morigerar la corrosión del escándalo por las coimas en las compras de medicamentos “Karina 3%”, que a su vez ha desplazado a un segundo plano otro episodio, más siniestro: el centenar de muertes provocadas por fentanilo contaminado que complica a su ministro de Salud, Mario Iván Lugones, vinculado con el asesor Santiago Caputo.

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich planteó primero una compleja trama de espionaje protagonizada por elementos de la inteligencia venezolana y rusa, la AFA de Carlos “Chiqui” Tapia y una red de periodistas venales articulados por el kirchnerismo.

Las protestas de la Embajada rusa por verse implicada en el complot y la carencia de pruebas indujeron un ajuste en el guión: el elenco de villanos quedó circunscripto al kirchnerismo desesperado ante su inminente derrota en las elecciones provinciales de Buenos Aires y sus terminales periodísticas.

La “hermanísima” Karina ya estuvo enfocada antes debido a su presunta pasión por las comisiones: venta de candidaturas, intento de tarifarle una entrevista al orfebre Juan Carlos Pallarols, cobro de honorarios por el sponsoreo de la cripto LIBRA

Dada la megalomanía del Presidente, no sería extraño que esté imaginando el reverdecer de su imagen a partir de un atentado como los que sufrieron su archienemiga Cristina Kirchner el 1 de septiembre de 2022, mientras era vicepresidenta, o su admirado Donald Trump en julio de 2024, durante la campaña para volver a la Presidencia de los EEUU. Dicen que la Bullrich ordenó contactar a “Los Copitos” para sumarlos al sainete y no errar en aquello de que la historia ocurre primero como tragedia y después como farsa.

El inconveniente es que la saga pergeñada se aleja cada vez más de John Le Carré para arrimarse a la parodia del Superagente 86 Maxwel Smart y su combate perpetuo contra la organización KAOS. En Olivos, las veladas de ópera y “Homo Argentum” se reemplazarán con maratones de Los Superagentes Tiburón, Delfín y Mojarrita. El propio Milei dejaría el repaso obsesivo de los gurúes del anarcocapitalismo para volcarse a los episodios de “Pepe Sánchez”.

La penetración lograda por el contenido de los audios de Spagnuolo obedece a su verosimilitud.

Karina, la “hermanísima”, ya estuvo enfocada antes debido a su presunta pasión por las comisiones: venta de candidaturas, intento de tarifarle una entrevista al orfebre Juan Carlos Pallarols, cobro de honorarios por el sponsoreo de la cripto LIBRA….  Tantos indicios apilados sobre una estación de peaje para aceitar el acceso a su hermano potenciaron más que cualquier otro elemento la credibilidad  de la versión de las coimas.

Las ridiculizaciones tuvieron efectos más devastadores que las afligidas reconvenciones morales.

Al ritmo del clásico de Joseíto Fernández “Guantanamera”, el dúo catamarqueño María Paula Godoy-Juan Martín Angera metió el hit “Alta Coimera”, que se mantiente al tope del cancionero sobre los bolsiqueos libertarios. “Top Seven” de jingles, no “Ten”, porque tres son para Karina; metástasis imparable de “memes”.

El equipo libertario se descubre como un rejunte de fanáticos, perturbados y logreros. Esto abre enormes interrogantes sobre su capacidad para controlar un proceso de descomposición impregnado con un inconveniente clima de cotolengo

Precariedades éticas al margen, lo que queda expuesto es la alarmante incompetencia política y funcional del oficialismo.

Con muy escasas excepciones, el equipo libertario se descubre como un rejunte de fanáticos, perturbados y logreros. Esto abre enormes interrogantes sobre su capacidad para detener y revertir un proceso de descomposición que conjuga el aislamiento del resto de los actores del sistema político e institucional con internas rabiosas, expulsiones y deserciones que impregnan todo el cuadro con un inconveniente clima de cotolengo.

El “Karinagate” repone la disyuntiva postulada por la excanciller Diana Mondino al ser interrogada sobre el papel jugado por Milei en la criptoestafa LIBRA: “O no es muy inteligente o es una especie de corrupto”.

Tonto o corrupto, lo más sólido que tiene la conspiración contra el Presidente es su carácter superfluo. La administración libertaria no requiere la colaboración de sistemas de inteligencia enemigos para perjudicarse.

El daño autoinfligido es lo que mejor le sale.

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