Los “traders” de la volatilidad inducida

Para desazón de Edgar Adhemar Bacchiani, las fluctuaciones financieras de las últimas semanas consagraron al verdadero “Trader God” argentino: Luis “Toto” Caputo, el “mejor ministro de Economía de la historia” según Javier Milei, interlocutor privilegiado del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, funcionario imperial que tiene el poder de provocar subas siderales en el precio de los bonos argentinos con un tuit. Igual que Milei con la criptomoneda fraudulenta Libra, pero a una escala mucho más gigantesca.

 Desde principios de septiembre, cuando el riesgo país argentino llegó a superar los 1.200 puntos, los tuits de Bessent y el respaldo de Donald Trump a la gestión libertaria produjeron fluctuaciones en el precio de los papeles argentinos que permitieron amasar fortunas a los “traders” bien informados.

El adelanto del “swap” de 20.000 millones de dólares y la intervención directa del Tesoro estadounidense en el mercado cambiario nacional para vender dólares y sostener el precio del peso ofrece oxígeno político a Milei para llegar a las elecciones del 26 de octubre sin seguir dilapidando las exhaustas reservas nacionales, pero lo más significativo es que habilitan nuevas y lucrativas rondas de especulación.

El caso más emblemático es el de Rob Citrone, fundador del fondo Discovery Capital Management. Se calcula que habría ganado aproximadamente 750 millones en apenas dos semanas operando bonos argentinos.

Tras confirmarse el adelanto del “swap”, el premio Nobel de Economía Paul Krugman cuestionó duramente el salvataje a Milei e insistió en la posibilidad de maniobras corruptas.

“No existe un escenario plausible en el que incluso US$20.000 millones en préstamos estadounidenses salven la fallida estrategia económica de Javier Milei. El núcleo de esa estrategia es lo que se llama estabilización basada en el tipo de cambio: sostener el peso en un intento por reducir la inflación. Pero como señala Maurice Obstfeld, ex economista jefe del FMI, ‘América Latina es un museo de fracasos en estabilizaciones basadas en el tipo de cambio’”, escribió.

Según Krugman, “el dinero de los contribuyentes estadounidenses está apuntalando el peso, permitiendo que los fondos de cobertura vendan sus activos argentinos a precios inflados, tras lo cual el peso volverá a caer».

El Nobel afirmó que uno de los que instó a Bessent a intervenir en favor de Milei fue, justamente, “su viejo amigo y excolega” Citrone.

“¿Aprovechará Citrone el puente financiero respaldado por los contribuyentes de fines de septiembre para retirar su dinero y huir? Si no lo hace, sería un tonto, porque eso es lo que está haciendo el dinero inteligente. La Argentina está quemando miles de millones de dólares en reservas para defender el peso, mientras todos corren hacia la salida», advirtió.

Los bonos argentinos no suben por fundamentos macroeconómicos sólidos ni por confianza en la sustentabilidad fiscal, sino cuando Bessent tuitea, Trump respalda a Milei o Caputo viaja a Washington

 El infalible

A principios de septiembre, cuando los bonos argentinos se hundían por la desconfianza del mercado desconfiaba de la capacidad de pago del país, Citrone «redobló su apuesta» y adquirió papeles a precios de remate, convencido, según sus propias declaraciones, de que la probabilidad de default era «minúscula».

Sus cualidades de profeta se verificaron poco después. El 22 de septiembre, el gobierno argentino redujo a cero las retenciones a las exportaciones agropecuarias y los bonos saltaron hasta un 24% en una sola jornada.

Dos días más tarde, su amigo Bessent anunció el paquete de respaldo financiero y los bonos globales subieron en promedio 5,2%.

Para quienes habían comprado en el pánico de principios de mes, Citrone entre ellos, las ganancias en el período de tres semanas fueron extraordinarias.

El campo minado que era para el inversor común la extrema volatilidad argentina configuró una máquina de hacer dinero para quienes conocían con anterioridad los movimientos.

Con su  credibilidad demolida, cada vez que los papeles argentinos caen, el gobierno de Milei necesita un nuevo gesto de Trump para estabilizar los mercados. Y cada gesto beneficia a quienes están en condiciones de anticiparlo

La pierna de ases y el patrón Trump

Citrone y Bessent son amigos personales, ex colegas y socios históricos de negocios. El tercer integrante de esta pierna de ases es Caputo,  quien viajó a Washington para reunirse con Bessent justo antes de los anuncios que hicieron subir los bonos y de la ratificación del “swap”.

Las conversaciones entre Caputo y Bessent precedieron a los anuncios públicos que beneficiaron directamente a Citrone.

Las sospechas sobre uso de información privilegiada para manipular mercados se ciernen sobre la administración Trump desde abril de este año.

La madrugada del 9 de ese mes, en medio de su guerra arancelaria, el presidente norteamericano publicó en redes sociales que era «un gran momento para comprar». Cuatro horas después, anunció una moratoria arancelaria para casi todos los países y provocó fuertes subidas en las bolsas mundiales. Quienes siguieron la indicación presidencial ganaron millones en horas.

Medios como “The New York Times” y “The Guardian” señalaron que las prácticas de Trump «podrían suponer manipulación del mercado o uso de información privilegiada».

Con el caso argentino, la senadora demócrata Elizabeth Warren redobló su pedido para que la SEC (Comisión de Valores de EEUU) investigue Trump por estas maniobras.

La legisladora fue descalificada por Bessent con un epíteto apropiado para la carrera proselitista libertaria: «American peronist».

Milei se reúne otra vez con Trump el martes 14 de octubre, “Toto” Caputo afianza su vínculo con Bessent. Y Bacchiani sigue preso

Preguntas sin respuesta

La Comisión Nacional de Valores argentina no ha informado sobre movimientos inusuales de compra en las fechas previas a los anuncios. Tampoco hay datos públicos sobre qué fondos o agentes locales podrían haber operado anticipadamente con acceso a información filtrada desde Washington o la Casa Rosada.

Está documentado, en cambio, el volumen extraordinario de operaciones en los días posteriores a la suspensión de las retenciones. El cupo de 7.000 millones de dólares se agotó en apenas tres jornadas hábiles.

¿Cuántos de los que liquidaron divisas masivamente en esas 72 horas sabían que venía el anuncio de Bessent? ¿Cuántos fondos locales coordinaron compras antes del 22 de septiembre basándose en información reservada?

Grandes interrogantes que tal vez nunca encuentren respuesta.

Lo cierto es que entre finales de septiembre y principios de octubre, el riesgo país osciló entre menos de 1.000 y más de 1.200 puntos básicos en apenas seis semanas. Los bonos subían y caían entre 4% y 7% en jornadas individuales.

Un operador hipotético que hubiera comprado el 30 de septiembre (cuando los bonos cayeron 7%) y vendido el 4 de octubre (suba del 5%) habría ganado 12% en cuatro días hábiles. Si además hubiera anticipado los anuncios del 22 y 24 de septiembre, sumando el salto del 24% posterior a las fugaces retenciones cero, las ganancias acumuladas habrían superado el 30% en tres semanas.

Los bonos no suben por fundamentos macroeconómicos sólidos ni por confianza en la sustentabilidad fiscal, sino cuando Bessent tuitea, Trump respalda a Milei o Caputo viaja a Washington.

Con su  credibilidad demolida, cada vez que los bonos caen —y han caído repetidamente entre agosto y octubre— el gobierno argentino necesita un nuevo gesto de Washington para estabilizar los mercados. Y cada gesto beneficia a quienes están en condiciones de anticiparlo.

Milei se reúne otra vez con Trump el martes 14 de octubre, “Toto” Caputo afianza su vínculo con Bessent. Y Bacchiani sigue preso.

Regístrate para recibir las novedades de El Estaño en tu bandeja de entrada.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Notas Recientes

Notas Relacionas