Halcones revisionistas

Macristas y cristinistas coinciden en dinamitar alternativas. En el fondo, una discusión revisionista sobre tres lustros de historia nacional, difícil de compatibilizar con las urgencias del presente.

La estruendosa retirada de los macristas de la Asamblea Legislativa en la que Alberto Fernández dio su tercer mensaje como Presidente completó la escena que había empezado a bocetar la ausencia de Máximo Kirchner. Los halcones no contribuirán a una reconfiguración de la arena política propicia a que emerja una alternativa moderada como la que aspira a encarnar el mandatario, que se debate para recomponer palabra y autoridad devaluadas por la larga sombra de Cristina.

Los legisladores del PRO aguardaron pacientes el previsible pie del orador para desplegar la coreografía premeditada: los azotes contra Mauricio Macri y el recuerdo de que inició querella penal para deslindar responsabilidades por la deuda contraída con el FMI.

Indignación y fuga, sincronización perfecta. El mismo libreto que el del rechazo al Presupuesto, aunque en aquel caso la voz de “aura” la dió Máximo.

En el recinto quedaron radicales y “lilitos”, palomas de Juntos por el Cambio, junto a un oficialismo cuyos halcones quedaron liberados de sobreactuar diferenciaciones por el peso simbólico de la ausencia del hijo de la Vicepresidenta y la opinión sobre el trato con el organismo multilateral que su madre mantiene, diría Carlos Menem, “in péctore”.

Los detalles ya están en el Congreso, insumo para renovadas impostaciones.

Si la componenda pasa, el país se someterá al escrutinio sistemático del FMI, con auditorías trimestrales previas a los desembolsos.

Anatema medular para el credo cristinista, del que se desprenden los otros: restricción presupuestaria, actualización de tarifas para atenuar el peso de los subsidios, estímulo financiero para el ahorro superior a la tasa inflacionaria, límites a la emisión monetaria.

La tolerancia a las objeciones ideológicas de Fernández y el ministro de Economía Martín Guzmán al FMI parece ser una cláusula tácita del entendimiento.

Quizás en el organismo comprendan, piadosos, el estrecho andarivel político que transita el Presidente. Condicionado por la vigilancia cristinista, debe incurrir en permanentes y grotescos ejercicios de funambulismo para que el equilibrio del Frente de Todos no le estalle en momentos tan delicados para su propio futuro.

En el recinto quedaron las palomas opositoras, con un oficialismo cuyos halcones que no precisaban sobreactuar diferenciaciones por el peso simbólico de la ausencia del hijo de la vicepresidenta y la opinión sobre las tratativas con el organismo multilateral que su madre mantiene, diría Carlos Menem, “in péctore”.

 

El desafío de las palomas

El destino del acuerdo depende de la fuerza que las palomas de ambos bandos puedan conformar.

Máximo cuenta porotos en la Cámara de Diputados. Si consigue reunir los brazos necesarios para voltearlo, obtendrá el instrumento idóneo para reposicionarse en la interna. No significa necesariamente que vaya a dinamitarlo, pero confirmará que el cristinismo es indispensable para la gobernabilidad de Fernández.

En el reverso, Fernández opera sobre gobernadores, sindicalistas y organizaciones sociales para neutralizar el peso del cristinismo. Si llega al número sin el concurso de sus socios y padrinos, demostrará que tiene margen para emanciparse. Que lo aproveche es otra cuestión: la historia del “albertismo” es una secuencia de gestaciones abortadas.

Foto nítida de la impotencia. Aliado a un sector en el que no puede confiar, el Presidente no está en condiciones de prescindir del consenso opositor para coronar una refinanciación de la deuda con el FMI que le resulta imprescindible para no precipitarse en la cesación de pagos. El espejo retrovisor la devuelve la imagen de Fernando de la Rúa.

macristas y cristinistas libran la disputa por la interpretación hegemónica de quince años de historia nacional. el déficit de Cristina o el desmesurado endeudamiento de Mauricio: Dos narrativas empecinadas y rígidas en conflicto.

Narrativas en conflicto

En tan angustiante coyuntura, el macrismo le marcó la cancha en la Asamblea. Si pretende su aval, debe renunciar a la narrativa cristinista que atribuye todos los males argentinos a la deuda contraída por Macri, pandemia peor que la sanitaria.

Al mandatario le quedan el radicalismo y la Coalición Cívica para salir del brete.

En perspectiva, lo que se discute es el prorrateo de responsabilidades históricas entre 2005 y el mediocre presente. En otras palabras: entre el desendeudamiento que logró Néstor Kirchner al pagarle la deuda al FMI y liberarse de su monitoreo, y el retorno con la escupidera en 2018 de un Macri incapaz de resolver el dilema del déficit legado por Cristina, que acudió al prestamista de última instancia y habilitó de paso un nuevo desfalco vía fuga.

Porque entienden bien el sentido de la pelea, los halcones desertan del debate.

Si las palomas aciertan con el agujero del mate, quedarán hermanados en el engendro de la frustración nacional, independientemente de quien gane la Presidencia el año que viene.

Libran la disputa por la interpretación hegemónica de quince años de historia. El déficit de Cristina o el desmesurado endeudamiento de Mauricio: dos narrativas empecinadas y rígidas en conflicto.

Incompatibilidades

Es difícil compatibilizar estas propensiones revisionistas con las urgencias del presente.

La tragedia del cristinismo es que carece de una hoja de ruta viable distinta a la seleccionada por Fernández.

Máximo lo confesó cuando renunció a gestionar el acuerdo parlamentario para el refinanciamiento desde la presidencia de la bancada oficialista en la Cámara baja.

“Algunos se preguntaran qué opción ofrezco. En principio, llamar a las cosas por su nombre: no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de beneficios. La realidad es dura. Vi al presidente Kirchner quemar su vida en este tipo de situaciones”, explicó.

Fernández, por su parte, caracterizó al momento como “bisagra” y, sin mucho para ofrecer salvo sangre sudor y lágrimas, convocó a “confiar” para fundar una nueva épica.

«Esta época bisagra de la historia y de la Argentina necesita que le propongamos un sueño: pasar del miedo a la ilusión, de la muerte a la creación. Hay que sacar la utopía del pasado y volver a ponerla en el futuro», dijo.

Como Néstor Kirchner en 2003, tras el desplome de la ilusión de la Convertibilidad: “Vengo a proponer un sueño”.

Síntomas de la degradación argentina. La base del sueño nestoriano fue el desendeudamiento. La de Alberto, administrar la reestructuración del fracaso.

Ver también en El Estaño

https://elestanio.com.ar/cristina-y-macri-en-la-metamorfosis/

https://elestanio.com.ar/el-pato-de-la-boda-fernandez-entre-dos-fuegos/

 

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