Alberto Fernández propone una gran interna para dirimir la pelea con Cristina Kirchner en 2023. Otros actores del peronismo creen que es más conveniente presentar varios candidatos en las generales, como en 2003.
La profundidad de la fractura en el Frente de Todos que expuso el tratamiento del acuerdo con el Fondo tuvo como contraparte la eficacia de Juntos por el Cambio para mostrarse monolítico en la acción parlamentaria.
Fragmentación oficialista acelerada, oposición administrando litigios intestinos que resolverá en las PASO, encolumnada tras el objetivo inmediato de esmerilar al Gobierno y refregar sal sobre sus discrepancias: el dilema para el peronismo es superar la encerrona que le plantea el enfrentamiento del binomio presidencial y el fracasado experimento de “la máscara de Alberto”.
Lanzado a su reelección, Alberto Fernández propuso definir liderazgos y candidaturas en 2023 a través de una gran interna como la que protagonizaron en 1988 Carlos Menem y Antonio Cafiero. Supone que las tribus peronistas jugarán a su favor en una eventual primaria contra el cristinismo y La Cámpora, cualquiera sea el precandidato que propongan, incluida la propia Cristina.
Tal presunción se asienta en el respaldo que encontró en gobernadores, sindicalistas y organizaciones sociales coordinadas por Emilio Pérsico en cada cortocircuito que tuvo con su Vicepresidenta, conducta que se reiteró en la pelea por el entendimiento con el Fondo.
No es seguro, sin embargo, que la composición se traslade automáticamente al plano electoral.
Otras tertulias peronistas extienden las conjeturas hacia el balotaje. Advierten que a Juntos por el Cambio le resultaría sencillo capturar los votos de la derecha en segunda vuelta, mientras que el candidato peronista tendría dificultades para hacerse de los de la izquierda, aún potenciado por un triunfo en internas, sobre todo considerando que la ruptura entre los miembros del Frente de Todos es de orden ideológico y conceptual.
los sectores moderados podrían ganar las PASO en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, pero las probabilidades de que los votos circunstancialmente acorralados en esa instancia en cada alianza emigren en las generales es mayor en un contexto de fuertes definiciones ideológicas como las que expresan Cristina y Macri
Es todavía muy embrionario, pero entre los gobernadores se baraja otro curso de acción: la gran Duhalde. En lugar de una interna en las primarias, que el peronismo concurra a las elecciones generales con varios candidatos, como en 2003. El ganador de esa contienda, especulan, capitalizaría en el balotaje los votos de todos.
La idea circula también entre dirigentes de Juntos por el Cambio, obviamente con desenlace hipotético inverso, pero el concepto es el mismo: los sectores moderados podrían ganar las PASO en el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, pero las probabilidades de que los votos circunstancialmente acorralados en esa instancia en cada alianza emigren en las generales es mayor en un contexto de fuertes definiciones ideológicas como las que expresan Cristina y Macri.
El crecimiento de la derecha y la izquierda fue uno de los elementos más significativos en las últimas elecciones y es precisamente lo que indujo el giro a los extremos del macrismo y el cristinismo para detener la hemorragia de adhesiones. El ataque a las oficinas de Cristina cuando el acuerdo con el FMI se trató en el Senado es un síntoma del fenómeno.
Son solo hipótesis de conflicto, demasiado incipientes, pero basta postularlas para que alguien comience a trabajar en la configuración de escenarios propicios para llevarlas a la práctica.
A grandes males, grandes remedios.
La gran Duhalde
Muy desgastado por el brutal ajuste que llevó adelante luego de la crisis de 2001, el presidente interino Eduardo Duhalde eludió las internas y diseñó un modelo electoral en el que su candidato, Néstor Kirchner, disputó el voto justicialista el 27 de abril de 2003 con Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá.
Ganó Menem, pero renunció al balotaje seguro de que Kirchner, que había salido segundo, acapararía el voto antimenemista que se había expresado disperso en primera vuelta, en un contexto de marcada fragmentación como el que se dio en Chile en los comicios que ganó Gabriel Boric.
Los resultados fueron los siguientes:
Carlos Menem- 25,45%
Néstor Kirchner- 21,65%
Ricardo López Murphy- 17,27%
Adolfo Rodríguez Saá- 14,11%
Elisa Carrió- 14,05%
Leopoldo Moreau- 2,34%
Patricia Walsh- 1,72%
Alfredo Bravo- 1,12%
Jorge Altamira- 0,72%
Otros- 2,89%
Con tan exiguo caudal electoral, Kirchner edificó con los instrumentos institucionales, económicos y financieros de la Casa Rosada un movimiento epónimo que lo sobrevivió más de diez años. Un legado tan fuerte, que Alberto Fernández y Cristina discuten quien de los dos lo interpreta con más solvencia.
Ver también en El Estaño
https://elestanio.com.ar/cristina-y-macri-en-la-metamorfosis/
https://elestanio.com.ar/que-se-rompa-pero-que-no-se-doble-el-testamento-de-cristina/