Auge y caída de la cripto-tapadera

Antes de que se abriera el frente judicial por las estafas piramidales, la definición de la guerra por los depósitos repartió el botín. Edgar Bacchiani, pionero en la aplicación de la fórmula, cayó primero debido a la fuga de sus clientes más voluminosos hacia los circuitos de sus émulos y competidores.

Edgar Adhemar Bacchiani mastica en prisión una legítima rabia. Pionero de la cripto-tapadera en Catamarca, fue también el primero en caer en el colapso, desfinanciado por la fuga de sus clientes más voluminosos hacia los circuitos de émulos y competidores que adoptaron bastante más tarde el “trading” de criptoactivos como justificación de las desmesuradas tasas de retorno con las que tentaban para devorar depósitos en efectivo.

La cripto-pantalla encubría el cripto-cebo. El “Trader God” aplicó la fórmula durante al menos cuatro años, dos en “garaje” y dos en vidriera, como le gustaba decir cuando surfeaba glorioso en la cresta de las adulaciones.

Con más de veinte años de trayectoria en Catamarca, “RT Inversiones” recién comenzó a incursionar en la economía virtual en abril del año pasado, cuando Miguel de la Orden se le vendió al clan Bulacio y transfirió las cuotas societarias a Edgardo hijo y su madre, Alicia Nieva.

La irrupción de Cristian Rojo, de “Callvu”, es de fecha más incierta.

Su secretaria, Mónica Silvina Segura, declaró en indagatoria que empezó a trabajar para él el 13 de abril de 2021, pero aportó un dato clave para desentrañar la dinámica que fue adquiriendo la contienda: la participación de Eduardo Guerrero, propietario de Guerrero Inmobiliaria, que funcionaba como “una sucursal” de la financiera.

Guerrero fue dilecto amigo y operador de Bacchiani hasta que ambos rompieron relaciones en muy malos términos a mediados del año pasado. De acuerdo a las declaraciones de Segura, pasó a jugar con Rojo casi de inmediato. De “Adhemar Capital” se llevó experiencia, empleados, información e inversores, como hizo José Blas al dejar el Banco de Galicia para sumarse a las filas del “Trader God”.

El gran misterio sigue siendo dónde están y cómo se repartieron los botines en efectivo, legales o “negros”, en el desenlace de la criptoguerra. “Los bolsos de Bulacio” es una figura poética: bolsos movieron todos

La investigación judicial está dividida en varios expedientes pero el fenómeno es uno solo.

Lo que colapsó es un ecosistema de despojamiento configurado en menos de un año. “Adhemar Capital” y “RT Inversiones” se erigieron como los depredadores más fuertes de una fauna que fue sumando especímenes avariciosos en la vertiginosa escalada de la fiebre: Callvu, Stratton Sierra, Beta Bank, la red de “poceros”…

Que todo fue una farsa desde el principio lo demuestra el hecho de que ninguno está ahora en condiciones de devolver siquiera los capitales originarios. Lógica estricta del esquema Ponzi: las fabulosas utilidades abonadas a la cima y el centro de la pirámide se financiaban con los aportes de los recién ingresados. Las utilidades del “trading”, si existió, fueron marginales y en cualquier caso embuchadas completas por los “traders”.

El reclutamiento de contribuyentes fue extendiéndose de los sectores más acomodados a los medios, y de ahí a los más humildes, reunidos en corralito por los “poceros” hasta alcanzar las cifras necesarias para entrar en liza y negociar mejores dividendos.

La multiplicación de cazadores y la intensidad de la cacería desmadraron en un incremento exponencial de los intereses ofrecidos. Igual en un remate, quién da más: los financistas levantaban la oferta de utilidades de sus antagonistas para retener o sumar clientes.

La imagen de Edgardo Bulacio padre llevándose la plata en bolsos del local de “RT Inversiones” condensa la fábula.

El botín de la megaestafa fue dinero material, moneda de curso legal en pesos, dólares, euros. No bitcoins.

La auditoría

El Banco Central pidió a la Procuraduría contra la Criminalidad Económica y el Lavado de Activos que investigue a Bacchiani por la posible comisión de estafa en base a una auditoría que hizo sobre la contabilidad de “Adhemar Capital” entre el 28 de agosto y el 31 de diciembre de 2020. En ese período puede ubicarse el inicio de la construcción de las pirámides que comenzaron a caer a principios de este año.

Las ganancias logradas con la especulación en criptomonedas que Bacchiani había conseguido demostrar eran tres veces inferiores a las pagadas a sus clientes de mayor envergadura.

Los retornos fluctuaban entonces entre el 12 y el 18% por mes; del 146 al 219% anual.

En contraposición, la tasa de rendimiento promedio de “Adhemar Capital” en la apuesta cripto fue del 28,12%, “lo que es equivalente a una tasa efectiva mensual del 6,13%”.

“Llevado a términos de tasa nominal anual, del 74,55%, bastante inferior a las tasas” abonadas a los inversores más grandes, señalaron los auditores del Central. 145 puntos anuales menos.

Esta inconsistencia entre ingresos cripto y egresos se resolvía en el análisis de los movimientos en efectivo.

En los 125 días monitoreados, Bacchiani había capturado 73,8 millones de pesos y desembolsado intereses por 20,7: 53 millones a su favor, sin necesidad de “tradear”.

“Cabe la posibilidad futura de que las obligaciones mensuales asumidas en concepto de intereses se hagan frente con el mismo capital que aportaron los inversores. Es decir, que al momento de la devolución del capital invertido, la sociedad verificada podría no contar, de continuar en esta línea, con los fondos necesarios para cubrir esta obligación”, advirtió, premonitorio, el Central.

Las abstrusas explicaciones sobre economía virtual ocultaban un Ponzi de manual todavía en ciernes.

“Vayan y pongan plata en el usurero, o vayan y pongan plata en la pirámide que le está haciendo daño al mercado. No los necesito, no necesito su dinero, no necesito absolutamente nada”. Edgar Bacchiani, 10 de enero. La fuga de inversores empezaba a erosionarlo

La guerra

Con la cripto-tapadera pasó lo del huevo de Colón. Revelada la técnica, aparecieron los entusiastas descubridores del agujero del mate. La obscena ostentación que Bacchiani hacía de su fortuna lubricó la difusión. Las pirámides proliferaron y crecieron aceleradamente a lo largo de 2021.

La guerra por la captura de depósitos se desarrolló en sordina hasta que el propio promotor inicial de la mistificación la declaró formalmente el 20 de diciembre, luego de que el Banco Central anunció controles sobre las financieras dedicadas al mercadeo de criptoactivos que ofertaban utilidades exorbitantes.

En uno de sus habituales vivos de Instagram, Bacchiani señaló ese día a su principal enemigo.

– ¿Qué opinás de RT Inversiones?- le preguntó uno de los que seguían la exposición.

– Usura- respondió lapidario.

“¿Vos los viste tradear a esos muchachos en algún momento? Los únicos traders acá son Carlos Bernede, Cristian Rojo y yo, Edgar Bacchiani. Ustedes son dueños de hacer con su plata lo que quieran, pero después no lloren. Vayan a gente que les pueda demostrar que hacen trading. Tengan cuidado con la usura, pueden terminar con líos”, añadió.

Quizá aún no estaba al tanto de que su examigo Guerrero, tras desertar de “Adhemar Capital”, se había aliado a Rojo en las maniobras para rapiñarle inversores. Sus ataques contra RT Inversiones escalaron durante todo enero, pero nunca más volvió a mencionar al titular de “Callvu”.

Veinte días después de blanquear el conflicto con los Bulacio, anunció que reduciría sus rentabilidades a partir del 15 de febrero y advirtió sobre “pseudoempresas” que ofrecían altas utilidades pero aplicaban esquemas piramidales o se dedicaban a la usura.

En ese vivo ofreció el primer indicio de que comenzaba a hacer agua por una corrida hacia sus enemigos.

Si bien su pretensión era trasmitir confianza y mesura frente a la inestabilidad del mercado cripto, tiró una oferta que poco después se revelaría como un intento desesperado para no perder base: las rentabilidades vigentes se mantendrían para quienes metieran dinero en “Adhemar Capital” hasta el 14 de febrero y habría beneficios especiales para «comerciantes, empresarios, industriales y emprendedores”.

“Van a tener un mes y medio de bonanza. Tienen un mes y medio todavía y siempre vamos a trabajar con una rentabilidad muy buena. Tienen hasta el 14 de febrero inclusive como para decir tiramos la casa por la ventana y seguir con estas altas rentabilidades que tenemos hasta el día de la fecha. Y van a tener un bonus track”, tentó.

“A mí nadie me pelea las tasas. Hay gente que le ha ido a retirar el capital a este chico y les ofrece el 25, 28 por ciento. En dólares, chicos. Nadie puede pagar eso, ni el mejor trader del mundo”. Bacchiani, el 20 de enero, contra el “usurero de de la Rivadavia”

Los desertores

También expresó su enojo con “un grupo de clientes”.

“La verdad me gustaría que no inviertan más en Adhemar Capital, porque son personas con muy poca empatía con el prójimo. No les interesa nuestro modelo de negocios, no les interesa si uno tradea o no tradea. Lo único que les interesa es cobrar un mensual todos los meses, sin importar que hay detrás, el trabajo de uno”, les recriminó.

“Vayan y pongan plata en el usurero, o vayan y pongan plata en la pirámide que le está haciendo daño al mercado. No los necesito, no necesito su dinero, no necesito absolutamente nada”, los desafió.

Era evidente que el esquema de la primera criptofinanciera catamarqueña se desfinanciaba. La sangría la vaciaba en un momento crítico, con bocas de captura ya en funcionamiento y asumiendo compromisos millonarios en Tucumán y Córdoba. Bacchiani trataba de detenerla con una cara de póker que no alcanzaba a disimular su inquietud.

Conjugó la denuncia a sus victimarios con apelaciones a la fidelidad de la “familia adhemariana”.

“No me gustaría que a ustedes les saquen dinero que les costó construir. Muchos lo han construido conmigo y por cierta codicia o avaricia quieren más. Yo no les voy a dar más: les voy a dar lo que puedo pagar”, explicó, y sugirió a la gente que se ponga “media pila” al momento de invertir.

“Si vienen esas cosa de las vaquitas y te dicen que vas a ganar un 70% mensual…. Chicos, dos dedos de frente, no hay forma, no la cobrás más. O la cobrás una vez y después no la cobrás más”, asesoró.

Una semana después, el 15 de enero, mientras asaba un costillar a la llama en su casa de El Rodeo para el “team Adhemar”, artilló otra vez y avisó que purgaría su cartera de “gente compulsiva, maleducada y desagradecida”, que no comprendía el negocio ni compartía la “filosofía” de su empresa.

La estampida era imparable. Varios clientes, informó, le habían exigido intereses más altos para no retirar el dinero. “25%, como el usurero de calle Rivadavia”, marcó a RT Inversiones.

“A mí nadie me pelea las tasas. Hay gente que le ha ido a retirar el capital a este chico y les ofrece el 25, 28 por ciento. En dólares, chicos –agregó cómplice, con la mano al costado de la boca-. Nadie puede pagar eso, ni el mejor trader del mundo. Es usurero, muchachos”.

Era inútil. Para fin de mes, el desplome resultaba inocultable.

Al cruce de audios, videos e imágenes que daban cuenta de reclamos por demoras en los pagos, Bacchiani emitió un mensaje para trasmitir «cierta tranquilidad”.

“Hemos tenido algún que otro desorden administrativo y estamos en miras de poder solucionarlo para que estén cómodos. Les mando un abrazo”, explicó.

Pero la crisis se profundizó e hizo metástasis hacia Córdoba y Tucumán. Un par de meses después tomaría también las casas que habían logrado apoderarse de los desertores, con RT Inversiones en la cima.

El botín

Detenido el 22 de abril, Bacchiani fue derrotado en la criptoguerra por Edgardo Bulacio, su  discípulo más avezado.

De tener un millón de amigos pasó a tener uno, pero con 40 millones de dólares virtuales que, asegura, están disponibles para indemnizar a los damnificados conforme a un programa que se desarrollará más rápido si le conceden la prisión domiciliaria.

El clan Bulacio, preso también, ofrece lo mismo y sostiene que fue “inoportuno” encarcelarlos el 11 de mayo, porque iban a comenzar a pagar el 23.

Las otras pandillas encartadas elevan propuestas idénticas: bicicletas que van de 120 a 180 días para acomodar las finanzas informáticas.

Pero todos tienen bienes materiales suntuosos para responder: casas, vehículos, terrenos.

El gran misterio sigue siendo dónde están y cómo se repartieron los botines en efectivo, legales o “negros”, en el desenlace de la criptoguerra.

“Los bolsos de Bulacio” es una figura poética, una sinécdoque: bolsos movieron todos.

Regístrate para recibir las novedades de El Estaño en tu bandeja de entrada.

¡No enviamos spam! Lee nuestra política de privacidad para más información.

Notas Recientes

Notas Relacionas