Elige tu propio estafador

Por Marcelo Altamirano

En estos días se habla mucho sobre “tradeo” de cripto monedas, piramidales a lo Ponzi, usura, etc, al punto de anécdotas sobre gente que vendió dos bitcoins en cuevas porteñas y tiene que usar cuatro autos para traer el dinero logrando pasar controles más rigurosos en tiempos pandémicos (al menos yo daría 40 de fiebre si llevo semejante cantidad de dinero en el baúl) y la del preguntón indiscreto que no se decide a entrar en la rueda por miedo a perder lo poco que tiene, pero tampoco quiere pasar por gil. O la del seco de toda sequedad que se cuestiona de dónde saca la plata tal o cual para cobrar tanta biyuya junta cada mes.

Todos calculan el capital que circula con base a los intereses que dicen que pagan, hacen análisis de plazos, de incertidumbre y rentabilidad… y de repente la aldea ahora es Wall Street.

El sistema bancario comercial genera lo que se conoce como dinero secundario, cuyo respaldo es en extremo fiduciario: basado en la «confianza» de los clientes, recibe depósitos, presta un porcentaje que luego es vuelto a depositar y vuelto a prestar y así se multiplica el dinero original.

Para que esto «funcione» es necesario un regulador/prestamista de última instancia, es decir un banco central que, vía emisión, redescuentos o títulos, puede salir a cubrir una corrida por si las personas van masivamente a los bancos a retirar los depósitos. Si no se entendió, baste decir Corralito del 2001, Crisis “subprime” de 2004, etc etc.

Debes elegir tu propio estafador y cruzar tus propios límites: los de la aversión al riesgo, pero también los éticos y, por supuesto, hacerte cargo

Esa emisión por parte del banco central termina impactando en precios bla bla bla. Conclusión: los banqueros, hace ya muchos, pero muchos años, desde Barings Banks a esta parte más o menos, se garantizaron que el Estado los protegiera de sus propias trapisondas, y los depositantes «recuperan» su dinerillo mas no el poder de compra. “Collateral damage”, dirían en la City.

Hay variantes marginales y no tanto, particulares/privadas/públicas, que intentan rapiñar con mayor o menor éxito parte de ese banquete, mediante maniobras tales como piramidales, lavado/blanqueo, anticipos a proveedores/usura/re determinación de precios de la obra pública, por citar algunas.

Estas operaciones se quedan con algunas migajas o buenas partes de la torta. Te encargo aquí la adrenalina del prestamista de última instancia, que en algunos casos existe, aunque con menos poder de fuego, tal vez. La especulación financiera y los damnificados son los mismos. En cualquier caso, la diferencia es la protección.

Nadie debe decirte que hacer con tu dinero, sobre todo cuando se trate de especulación financiera. Debes elegir tu propio estafador y cruzar tus propios límites: los de la aversión al riesgo, pero también los éticos y, por supuesto, hacerte cargo.

Para el sistema, por ahora, las cripto son un activo financiero más sujeto a especulación, y por lo tanto al poder de fuego de los especuladores.

En economía política se sigue tratando de la distribución del ingreso, de la financiarización de la economía, de la caída del empleo, de la meritocracia y la incertidumbre.

Del sálvese quien pueda!!

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