Neomenemismo en ciernes

Si Sergio Massa la emboca y se posiciona, competiría en el mismo cuadrante ideológico que Juntos por el Cambio. Elisa Carrió adelantó la guerra por el liderazgo de ese espacio con una perdigonada quirúrgica contra los amigos del ministro y la purga del honestismo.

El sismo que desencadenó Elisa Carrió con sus disparos contra los amigos y aliados de Sergio Massa que forman en Juntos por el Cambio busca, paradójicamente, contribuir a un blindaje.

La líder de la Coalición Cívica intuye que un eventual éxito de Massa en la gestión de la descalabrada economía nacional acelerará una nueva mutación del justicialismo, con el retorno a fuentes más próximas que las de Juan Domingo Perón: las del denostado neoliberal Carlos Saúl Menem.

Desde que en 2015 Mauricio Macri se hizo con la Presidencia, el derrotero del peronismo para tratar de recomponerse admite entre sus interpretaciones la de un regreso ralentizado a esos ’90 que la etapa kirchnerista parecía haber condenado como alta traición a la causa nacional y popular.

La necesidad tiene cara de hereje. Empujó a Cristina a indultar a los réprobos Alberto Fernández y Massa para ganar en 2019, y a resignarse tres años después a los superpoderes massistas para tratar de restaurar la consistencia del oficialismo bajo su control que había pergeñado con la “máscara de Alberto”.

Carrió intuye que un eventual éxito de Massa en la gestión de la descalabrada economía nacional acelerará una nueva mutación del justicialismo, con el retorno a fuentes más próximas que las de Juan Domingo Perón: las del denostado neoliberal Carlos Saúl Menem

Si el retroceso del cristinismo ya representa un problema mayúsculo para Juntos, cuya argamasa es el antikirchnerismo, la “menemización” del justicialismo que sobrevendría del empoderamiento de Massa adquiere visos de tragedia.

Independientemente de que haya percutado en la interna opositora inspirada por Macri u Horacio Rodríguez Larreta, como se conjetura, Carrió reincide bajo esta presunción en el oxímoron de la perdigonada quirúrgica. Si Massa triunfa y se proyecta hacia la candidatura presidencial, hundirá el cuchillo en el electorado de Juntos por el Cambio y precipitará allí un reordenamiento dirigencial que ella propone condicionar desde ya, porque su propio cuero está en riesgo.

De ahí los blancos seleccionados. Peronistas exiliados en el macrismo, dúctiles para reciclarse en una posible alternativa capitaneada por Massa; radicales que podrían ser arrastrados por el jujeño Gerardo Morales.

Carrió reactiva la memoria de dos proyectos frustrados.

El de Morales, que fracasó en su intento de que la UCR se aliara al Movimiento Renovador de Massa en la Convención de Gualeguaychú de 2015 que decidió pactar con el PRO. Carrió le recordó a Macri específicamente que ella trabajó para el naufragio de la propuesta del jujeño.

Cuatro años más tarde, la decisión de Cristina de designar a Fernández candidato a presidente en mayo de 2019 precipitó la implosión de Consenso Federal, alternativa peronista moderada de la que Massa desertó al poco tiempo para incorporarse al flamante Frente de Todos, seguido por Miguel Pichetto, que secundó a Macri en la fórmula presidencial.

Si Massa emboca y se afianza, competiría en el mismo cuadrante ideológico que Juntos por el Cambio.

Primero tiene que embocarla pero, por las suyas o por encargo, con la purga del honestismo, Carrió se adelantó y declaró la guerra por el liderazgo neomenemista.

 

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